Tremenda confusión produce una traición del subconsciente, entre el amor político y el chiste que se origina, corrientemente, alrededor de lo que sucede en el escenario del gobierno. Los hechos macabros se disimulan con engaños fantásticos. ¡Ojo con Trump! No es un fenómeno extraordinario, según teorías freudianas: es normal que produzca risa el discurso reñido con la realidad. De ahí que el adicto se confunda con el adepto y el amor con el humor, también la coca con la coca o el cunilingus con el currículum.
Episodios pasados se afilian a esta tesis. Por ejemplo, aquí se dijo, después de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán Ayala, que los celos con el dizque pariente Julio César Turbay Ayala habían sido causa del asesinato y porque confundieron a Julio César con Gabriel Turbay Abunader y se creyó que el apellido Ayala era un parentesco de los dos militantes del partido liberal. A Miguel Uribe Turbay lo familiarizaron con Uribe el Chalán; bíblicamente, todos somos hijos de Dios.
Ahora sucedió algo similar al pasado (1995). El Ministro de Defensa, Fernando Botero, en el gobierno de Ernesto Samper, fue obligado a renunciar a su cargo y, más tarde, sujeto de un proceso penal. En estos últimos días, a raíz de la renuncia del señor Guillermo Botero se alega que son familiares: o sea nieto o primo, pero en síntesis, se concluye es que en ambos casos se entendía que tarde o temprano tenía que suceder lo ocurrido, pues era una vacuna a los ministros anunciada por la higiene política.
Curioso es que los presidentes, en los episodios relatados, siempre salieron a defender a sus colaboradores y en el bogotazo se adujo que a la víctima lo mató un Roa ¡que amaba al partido conservador y odiaba el liberalismo! ¡“Ahí, ala”!
La Constitución, a partir de la reforma de 1910, prohibió la pena de muerte y la Carta vigente, además, los tratos inhumanos, degradantes y el empleo de los falsos positivos por manos de las autoridades públicas. Artículo 12. No obstante, el bombardeo arrebatado que provocó la salida del señor Botero, el pupilo del Gato con Botas lo distrae alabándolo y pronunciándose puntualmente dijo que le agradecía los “grandes golpes a los cabecillas del Eln, disidentes Farc y GAO”. Se supone que lo que halaga son ¡los golpes en la cabeza! No importa que hayan sido niños víctimas del ataque aéreo.
Renunció, aducen, para prevenir la censura -onanismo político- en el Senado y que se predijo sería positiva. Sin embargo, se expone que la decisión que al respecto se asuma no es válida por cuanto Botero ya no es ministro y no se le puede vetar ahora. Una burla a la represión que por primera vez se anuncia positivamente, en ejercicio de la novedosa competencia atribuida a las Cámaras - Articulo 135 C.P.- en la reforma patrocinada en 1991 por la papeleta del “bon bon bum.”