La inveterada frase con la que aún en los momentos más infaustos la gente del espectáculo se da fuerzas para seguir adelante, parece tener que alterarse en estos momentos, dada la magnitud de la crisis que atraviesan las actividades culturales por la pandemia del Covid-19.
Es evidente que los artistas han buscado reinventarse. Son innumerables las iniciativas que han surgido por parte de los cantantes, de los teatros independientes y de los propios actores. Los empresarios del cine tampoco se han dado por vencidos. Así, por ejemplo, Cine Colombia ha demostrado una gran responsabilidad empresarial y social que sin duda compensaremos con gusto cuando se pueda volver a las salas.
Pero no cabe duda de que unos y otros necesitan un sustancial apoyo para poder subsistir y así evitar que se derrumben muy valiosos proyectos que se habían venido consolidando con gran esfuerzo durante muchos años. Las últimas medidas gubernamentales anunciadas sobre beneficios tributarios para este sector responden de alguna manera a esa exigencia, pero es indudable que estamos bastante lejos de suplir las necesidades reales y de las expectativas generadas con la “economía naranja”, destinada por sus creadores a catapultar la creatividad y la innovación como herramientas del desarrollo.
Por supuesto que este no es el único sector afectado, y que las políticas de ayuda implican prioridades y deben mirarse desde múltiples perspectivas, pero sin duda es mucho más lo que puede hacerse para evitar que el medio cultural naufrague en esta crisis. Sobre todo teniendo en cuenta que las medidas de distanciamiento deberán posiblemente mantenerse aún por varios meses, y que luego, el temor a concurrir a los escenarios hará que la “normalidad” tarde en llegar.
Debe pensarse entonces en incentivar la generación de productos culturales que brinden oportunidades a los artistas nacionales a través de nuevas plataformas y canales que no impliquen necesariamente la presencia de los espectadores, así como el mayor aprovechamiento de las existentes. Por ello resulta bastante difícil de entender el sentido de la reducción de la cuota de producción nacional en la televisión adoptada en alguno de los decretos expedidos durante la emergencia económica decretada por el Gobierno; dificultad de entendimiento que explica seguramente el porqué los actores se han pronunciado tan airadamente en contra de esta medida.
Pero más allá de esa circunstancia que interesa a ese gremio en particular, resulta claro que el Estado debe ser consciente de la importancia del papel que el arte juega en la sociedad en circunstancias tan aciagas, y en especial tener en cuenta la función de “catarsis” a la que aludía Aristóteles como purificación y limpieza de las emociones, que también evoca la misión del candil en medio de la oscuridad.
A no dudarlo, la inventiva, versatilidad y capacidad de creación propia de nuestros juglares, trovadores y saltimbanquis, harán que ellos encuentren la manera de superar este impase, pero esta vez no podemos dejarlos solos y debemos sentirnos todos llamados a ayudarlos a levantar el telón, para que estén en posibilidad de decir ¡el espectáculo puede continuar!
@wzcsg