Una campaña construida sobre el engaño y alimentada por el uso sistemático de la mentira tenía forzosamente que explosionar con los daños irremediables para quienes torvamente apostaron al todo vale y a la destrucción de sus rivales. Los “petrovideos” difundidos por la revista Semana, desenmascaran la existencia de una organización criminal con procedimientos semejantes en sus efectos, pero disimiles en su forma de letalidad, con que los que los carteles del narcotráfico de todo pelambre han intentado someter al Estado y a la sociedad colombiana a su imperio delictual.
Las conversaciones entre los miembros de la cúpula del Pacto Histórico no dejan duda sobre su despiadada estrategia de acudir a todas las formas de lucha que les permita destruir moralmente a sus contendores para pavimentar su ruta hacia el poder. No contentos con mentir y calumniar, han optado por tejer vínculos con miembros de carteles de corrupción y narcotráfico recluidos en los centros carcelarios del país, en trueque de sus apoyos financiero y electoral, por el mentado perdón social para unos, y la garantía de no extradición para los reos por narcotráfico.
Lo que se denominó el Pacto de la Picota cuando surgieron los primeros indicios de su realización, se vieron confirmados en los videos de las reuniones de Semana que dan cuenta de su existencia, en presencia del propio candidato a la presidencia de la república. Petro infiltró la campaña de Fico creyéndolo su rival en segunda vuelta y hoy en trance de desesperación busca confinar a Rodolfo. La financiación los atormenta, después del desliz de Piedad en Honduras, y pretenden nuevos apoyos que implicarían beneficios que aún no conocemos. Son las formas cambiantes del “Petrogate” con las que busca impactar los últimos días de la campana electoral. Todas ellas sugieren el peligro de reeditar mafias que no hemos terminado de erradicar
Nunca en la convulsionada historia de Colombia se había llegado a los extremos que hoy vivimos. Jamás el engaño, manipulación, entrampamiento y desfachatez de sus autores, había logrado ese manto de impunidad que se ha venido extendiendo sobre la vida nacional al amparo de la crisis institucional que ha, estimulado una sensación de acomodamiento permisivo que pretende derruir los muros de contención de la moral pública y de la ética personal en la vida nacional. El país reclama el cambio en el ejercicio de la política que Petro está lejos de satisfacer. Acude ahora con desesperación a la promoción del voto en blanco como último subterfugio para evitar su derrota, pero se estrella con la libertad de Rodolfo para constituir un gobierno sin las ataduras del pasado, compuesto por nuevas gentes para un nuevo país que respondan a la necesidad de una reingeniería profunda en la forma de gobernar.
Los colombianos debemos centrar nuestra preocupación y vigilancia en las sospechas de fraude por compra de votos que al parecer se estaría intentando en el Caribe y que supuestamente involucraría a dirigentes de Cambio Radical. Todos los colombianos estamos esperando que Germán Vargas responda al presunto acuerdo que se le endilga en los videos del “Petrogate”.