Legalizar la prostitución es el mayor síntoma de los antivalores. En el 2015 el senador Armando Benedetti presentó el proyecto 079 que buscaba dar un estatus legal con plenas garantías del Estado para el ejercicio de la profesión más antigua del mundo. Este proyecto no avanzó pero no significa que se haya muerto, de todas maneras la prostitución en Colombia goza de cierta protección debido a que es común su utilización y de alguna manera las leyes la permiten.
En la actualidad y a raíz de la explosión de la alta comunicación, la prostitución no solo se ejerce en las calles con el tradicional “chulo” que ofrece y controla a las “putas”, palabra que viene del latín que al parecer “putta” significa muchacha que en la antigüedad se atribuía a las mujeres de la calle.
Las redes sociales y desde luego internet han sofisticado la oferta y aumentado la demanda. De esta modalidad de comercio carnal no hay estadísticas, las que existen son las de mujeres de los andenes, que censadas son como tres mil en Bogotá. Hoy se califican como trabajadoras sexuales, toda una profesión en la modalidad de prepago o chica de compañía. Portales, redes y ofertas en cantidades se pueden encontrar para todo gusto. Las hay con capacidad actoral, pues algunas pueden representar a la mujer dominante que somete y flagela al hombre haciéndole sentir un profundo placer, pero la misma mujer puede representar a la sumisa, aquella que acepta las brusquedades de su cliente, todo por dinero, pues mientras “el cliente pague se le da gusto”, declaraba una prostituta contando sus experiencias en la radio.
Los proxenetas actuales son empresarios del sexo, con organizaciones sofisticadas, afiliaciones, entrenamientos, protección y garantías a las mujeres que se venden por dinero. Es una profesión que maneja inmensos recursos no declarados, es decir dinero subterráneo, pues nadie que utiliza esa práctica confiesa lo pagado o recibido.
En varios países la prostitución es legal como en Alemania, donde existen más de 400 mil trabajadoras sexuales declaradas, en otros países es prohibido y penalizado. Pero los antivalores se imponen en la sociedad, causa del síntoma de la degradación moral en la misma, el incremento de enfermedades de transmisión sexual y crímenes por estos motivos.
Colombia, un país donde la ética y la moral están enormemente devaluadas, esta actividad cobra día a día más auge, se impone al punto que el estatus y reconocimiento social se observa. Programas de radio, televisión y revistas de farándula exponen a famosas prostitutas como iconos de la libertad. Empresarios de la prostitución como la “Madam” detenida en Cartagena, gozan de prestigio, pues esta compartía socialmente con altos personajes de la vida publica. La mujer se encuentra presa no por vagabunda ni proxeneta, sino por promotora del turismo sexual y pervertidora de menores.
El cuerpo es un sagrario que edifica a la persona humana, es digo de ser respetado y no degradado.