Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Noviembre de 2014

¿Ébola o malaria?

 

Una de las herramientas más poderosas en la historia de la humanidad es el miedo: generarlo sirve para manipular, engañar, hacer que el río se revuelva para poder pescar abundantemente. El miedo también es una forma rápida para generar riqueza, pues para evitar los efectos tan terribles que los miedos pronostican, la mayoría de los seres humanos está dispuesta a hacer lo que sea, al costo que sea. Los miedos benefician a unos pocos. 

Estar en plan de víctima no es sano, incluso si se es víctima real. Pero como en el mundo estamos y los egos llevan a algunos a ambicionar todo cuanto puedan, victimarios reales sí existen.

Está en nosotros seguir el juego o no, romper aquel triángulo dramático que nos presentara Stephen Karpman, asumiendo nuestras responsabilidades y pasando de ser pacientes/víctimas a actuantes, como lo propuso el gran médico y maestro Julio César Payán. Sí, es necesario que ante los procesos de salud y enfermedad pasemos a ser actuantes, a dejar de delegar nuestras apuestas vitales en otros, a recuperar nuestro propio poder.

Ya va pasando el boom sobre el ébola, la tan anunciada pandemia que no fue, afortunadamente. Claro, cada muerte duele y asusta; no se trata de desconocer a las personas que han muerto a causa del virus del ébola, pero sí de recordar que anualmente son más las personas que mueren por otras enfermedades, todas tratables y prevenibles. Es aquí donde entra a jugar el miedo. Las grandes farmacéuticas, esas que controlan los organismos multilaterales de salud a través de ayudas presupuestales, saben perfectamente que existen terapéuticas naturales para prevenir y sanar no solo el ébola sino otras enfermedades, como la malaria que sí es realmente una pandemia por la que mueren más de un millón de personas anualmente. Pero es muy probable que se esté más cerca de comercializar una vacuna “contra” el ébola que una “contra” la malaria, por lo que es necesario posicionar la primera ante la segunda.

Se ha probado que plantas como la Garcinia Kola, la Artemisia Annua y la Moringa Oleífera, por sus propiedades antibióticas, antivirales y anti-inflamatorias, resultan efectivas para curar el ébola. El dióxido de cloro cura la malaria. Solo que hay un problema: estas medicinas son baratas y no representan un negocio para nadie. El negocio está en generar el miedo, en no invertir en saneamiento de aguas, en no crear infraestructuras básicas para que los virus no puedan subsistir, en que una enfermedad cueste millones, sea cual fuere su naturaleza.

Médicos tradicionales y muchos expertos en nutrición, horticultura y salud, como Josep Pámies, tienen claro que otras aproximaciones son efectivas y eficaces. La clave está en actuar sanamente y no comerle cuento al miedo. Opuesto al miedo está el amor.

@edoxvargas