EDUARDO VARGAS MONTENEGRO, PhD | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Octubre de 2014

Poder y mundo posible

 

Crear el propio mundo no solo es posible sino inevitable. Entre mayor consciencia tengamos de ello, ese mundo será más sano. La creación no es una escena congelada en los albores de la historia -recreada en los diferentes conglomerados humanos que han poblado y pueblan el planeta, por multitud de mitos, leyendas, relatos e innumerables expresiones culturales-, sino un proceso continuo en el que la existencia se reedita. Cada vida es impresionantemente valiosa en esa dinámica de re-creación, aunque no nos demos plena cuenta de ello. Cada quien, con el sello singular y personal de su mirada, tiene el poder para transformar su mundo interior y, así, modificar el mundo de afuera.

Sin embargo no siempre reconocemos ese poder transformador, que solo se va afianzando a medida que desplegamos la consciencia. Durante los primeros meses de vida, a pesar de nuestros gigantescos cambios en el crecimiento, son otros, los adultos y cuidadores, quienes moldean nuestra vida; aún no somos conscientes de esa fuerza creadora y creativa que se manifestó desde el mismo instante de nuestra concepción. Fuertes fueron el óvulo y el espermatozoide; por consiguiente nosotros tenemos esa fuerza, que el mundo de afuera se encarga de ir castrando con límites que van más allá de lo necesario. A medida que vamos creciendo, ese mundo de sueños y plenas posibilidades impulsadas por la fuerza vital se va reduciendo, hasta que puede llegar incluso a olvidársenos.   

Las expresiones de innovación que afloran en la adolescencia se ven, afortunadamente cada vez menos, como rebeldía, una sublevación que es necesario atajar pues supone un peligro para el orden establecido, que tiene pánico de los caos emergentes. Es esa innovación, esa fuerza, la que nos permite construir nuestro propio mundo, sin resignarnos a vivir el que los demás quieren que vivamos, bajo sus condicionamientos. Cada quien tiene el mundo que ha creado, bien sea por acción o por omisión. A mayor consciencia de nuestro poder que adquirimos, menor es el espacio para la victimización, para que nuestras alas sean cortadas por otros o -peor aún- por nosotros mismos.

Es necesario que a quienes van creciendo les apoyemos a ser conscientes de su propio poder, estimularles a que lo usen. Y si crecimos con esa consciencia algo envolatada, podemos -aquí y ahora- reconocer que podemos construir nuestro propio mundo a nuestra medida. Esto va más allá de las frases de cajón que nos dicen que podemos alcanzar nuestros sueños, hacerlos realidad… Es un tema de integración vital, de ganar consciencia sobre nuestra misión desde cuerpo, mente y espíritu, para reconocer nuestros recursos, usarlos y multiplicarlos. Crear un propio mundo sano es posible, solo si se tiene consciencia de ello.

@edoxvargas