EDUARDO VARGAS MONTENEGRO, PhD | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Septiembre de 2014

Dudas razonables

 

En  marzo 23 pasado publicaba en este espacio una columna llamada Las vacunas II (http://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/3-2014-eduardo-vargas.html), en la que dedicaba un párrafo a la vacuna “contra” el virus del papiloma humano, y entrecomillaba el contra, “pues se suele creer que la enfermedad es una enemiga, no una oportunidad para sanar y aprender”. El tema es -por supuesto- de perspectiva, de cuál es el sitio en el que nos paramos para observar la vida. En relación con las vacunas, y en particular esta del VPH, la mirada que más se destaca es la oficial, promovida por la OMS y los ministerios de Salud Pública, que está en concordancia con la de las grandes industrias farmacéuticas y los grandes conglomerados de información. Es eso, una mirada. Hay más, que desde la oficialidad se tildan de ridículas, estúpidas, se satanizan y condenan. No por ello dejan de existir otros puntos de vista, ni dejan de ser importantes.

En el asunto de las enfermedades, a la oficialidad parece olvidársele que las personas también tienen conocimiento, e incluso sabiduría. El conocimiento no proviene solamente de las investigaciones financiadas por los laboratorios farmacéuticos que producen las vacunas, ni de las universidades y centros de investigación que están matriculados en los cursos avanzados de oficialidad. Las personas, las comunidades, también tienen sus propios sistemas de conocimiento, que les son suficientes para interpretar su mundo y vivirlo en armonía. Y si ello no bastase, hay otros centros de investigación, por supuesto no financiados con recursos públicos o internacionales, que también son serios y confiables. Lo que pasa es que aquí y allá lo que no es oficial se estigmatiza y condena.

Hablaba en esa columna acerca de las investigaciones que la doctora Teresa Forcades ha realizado sobre la vacuna del VPH, y las dudas razonables en relación con su eficacia, seguridad e irregularidades que deben ser explicadas (http://www.benedictinescat.com/montserrat/teresacas.html), sin que se haya hecho con suficiente claridad. Las dudas subsisten. Sostiene la doctora Forcades que “el riesgo de morir debido a la vacuna del papiloma es menor que el riesgo de morir debido al cáncer de cuello de útero, pero hay una diferencia esencial: las que mueren o se quedan inválidas de por vida debido a la vacuna son chicas jóvenes y sanas que mueren por culpa de una intervención de salud pública recomendada por las autoridades sanitarias; las que mueren por el cáncer de cuello de útero son mujeres mayores que si tuvieran acceso al test de Papanicolau seguramente no morirían”. Sanas, como las hijas de las señoras Mónica Ballesteros, Ana Milena Valdés y Edith Perdomo, ahora con invalidez y atrofias, y para quienes más que atención integral hay persecución. Como para la doctora Forcades.

@edoxvargas