EDUARDO VARGAS MONTENEGRO, PhD | El Nuevo Siglo
Domingo, 29 de Junio de 2014

La vida es juego

 

No  sé si en este momento estemos o no festejando la clasificación de Colombia a cuartos de final en la Copa Mundial de fútbol. No sé si Colombia haya ganado o perdido ante Uruguay y claro que me encantaría lo primero. Lo que sí sé es que la vida es un juego y que en últimas no es importante ganar o perder, sino jugarlo. Claro, si el equipo colombiano ganó seguirá la maravillosa -y momentánea- unidad nacional: en eso el fútbol es un bálsamo, que une personas en torno de una camiseta y que hace que la realidad se tiña de felicidad que, como todo, llega y pasa. Ocurre aquí, sucede en muchas latitudes: desconocidos se saludan y abrazan, así una vez pasada la euforia se vean y volteen la cara; las calles se llenan de alegría, hay paroxismo colectivo y es bonito vivirlo. De fondo hay mucho más.

El juego de esta vida lo empezamos en el momento mismo de la concepción, en ese instante en que empieza la consciencia individual aunque aún no se exprese. No sabemos aún las reglas, pero pronto la familia y la sociedad se encargan de decírnoslo. Es ahí cuando nos empiezan a vender la idea de que lo más importante es ganar, tener éxito, ser campeones,  muchas veces a costa de lo que sea; es ahí cuando se sobrevalora el fin y se menosprecia el proceso, cuando aparece la aterradora idea de ser perdedores, “loosers”, pues qué dirán de ti, de nuestra familia, de nuestro colegio, de nuestra empresa…

Ganar o perder es relativo, circunstancial y multicausal. Es posible que perder un trabajo que nos aleja de nuestra misión vital -aunque genere buen dinero- sea una ganancia para alinearnos con la esencia; muy posiblemente en el momento de la pérdida no reconozcamos que era necesaria ni agradezcamos por ella, pero con el tiempo será posible hacerlo. A lo mejor estamos preparados al máximo para afrontar un reto, una prueba, un encuentro deportivo, y se nos atraviesa un dolor de estómago, de cabeza o ambos, y los resultados son opuestos a lo deseado.  O simplemente lo que se cruza es que no nos correspondía a nosotros, sino a otros. 

Más importante que ganar o perder es lo que podemos aprender en el proceso, y es sano que reflexionemos sobre esos aprendizajes bien sea que perdamos o ganemos.  Al final del juego de la vida, cuando desencarnemos, no nos llevaremos los laureles de la “victoria” ni las hieles de la “derrota”. Habrán sido sencillamente vivencias que nos permitieron ir evolucionando en consciencia. Se gane o se pierda hay un tema trascendente que es posible reconocer. Claro, si así lo elegimos.

@edoxvargas