La magia del obstáculo
La vida es una carrera con obstáculos; se parece a los cien metros con vallas, salvo que en realidad no se trata de competir con otros: creo que el verdadero reto es superarse a sí mismo, desde adentro.
No es sencillo para un atleta el entrenamiento en correr y saltar vallas, ya que requiere coordinación casi perfecta entre respiración, vista y movimiento, jugando con variables como el tiempo, el viento, el estado anímico y otro sinnúmero de factores que no soslayaría un experto en deporte. Asimismo, tampoco es sencillo superar los obstáculos de la existencia, esos que a veces no quisiéramos que existieran, pero que son inevitables. Para ello se requiere coordinación entre la cabeza, el corazón y la acción, y así lograr comprender de la manera más integral posible el para qué del obstáculo.
Si nos quedamos en la pregunta de los por qué de los inconvenientes, corremos el riesgo de lamentarnos sobre lo duro que nos ha tocado vivir. No es desde la autocompasión como resolveremos la vida. Responder a los por qué nos puede ayudar a identificar las causas de los atolladeros en que nos metemos, y eso no es poca cosa. Sin embargo, ello no es suficiente para avanzar. Además de las causas de los impedimentos que nos hacen creer que la vida no nos funciona es preciso reconocer el sentido de cada situación limitante. La causa nos ubica en el pasado y nos ayuda a tener claridades, básicas para construir desde ellas. Pero es el sentido el que nos permite aprender para trascender.
¿En dónde radica la magia de los obstáculos? En lograr identificar qué aprendizajes podemos hacer cada vez que sentimos que nos estrellamos. ¿Para qué estoy teniendo esta crisis de vida? Plantearse esta pregunta no es sencillo, dado que no estamos acostumbrados a ello. Es más fácil luchar contra lo que pasa: la negativa de un crédito, el aplazamiento de un viaje, un accidente que genera lesiones, una discusión que mina una relación.
Cuando de manera consciente logramos preguntarnos los para qué de los obstáculos, ocurre la magia y empezamos a tener respuestas. ¿De dónde provienen las respuestas? De nuestro interior, del maestro que todos tenemos dentro. En realidad las respuestas siempre están en nosotros, sólo que no siempre estamos listos o en disposición para escucharlas y seguirlas.
La vida no se trata de evitar las vallas, sino de afrontarlas con cabeza, corazón y acción. Este proceso no se trata de actuar desde la congruencia, sino de irla construyendo día a día. Si agradecemos los obstáculos, los entendemos y actuamos siguiendo las señales, la magia de la vida se manifiesta y obtenemos las respuestas claves de la existencia.