Fluir y confiar
Es muy conocida la metáfora de la vida como un arroyo, que fluye libre hacia su destino final, un lago, un mar. Algunas gotas no llegan allá, al menos temporalmente, pues se evaporan por el cauce; algún día, cuando corresponda, se fundirán con el mar, siendo gotas de lluvia o parte de un río caudaloso. Fluir es ir navegando por las aguas de la vida, sabiendo leer las corrientes para elegir la más propicia, conservando el balance para mantenerse a flote, sorteando los obstáculos para no estrellarse y confiando en que cuando sea el momento se llegará al mar. Fluir es acción amorosa y enfocada. Los deltas de los ríos, tan bellamente fotografiados desde aviones o satélites, nos permiten reconocer que para llegar al mar existen muchos caminos. La sabiduría de cada gota consiste en dejarse llevar por el que le corresponde.
Los seres humanos también estamos llamados a ser como esas gotas de agua, que siéndose fieles a sí mismas recorren los cauces pertinentes. No somos fieles cuando estamos en paz y armonía con lo que hacemos, cuando día a día hacemos lo que estamos llamados a hacer, cuando la misión de vida se aclara y caminamos hacia ella. Esa fidelidad no la logramos todos al mismo tiempo; es un proceso individual, en el que podemos tener más o menos experiencias dolorosas, estrellones o frustraciones, así como logros, alegrías y encuentros desde el amor. La fidelidad propia es algo que vamos construyendo paulatinamente, en medio del devenir de la vida. Llegan para todos momentos de consciencia, en los que nos podemos dar cuenta de qué tan conectados estamos con nuestro centro y qué tanto estamos fluyendo en nuestra existencia. Ahí, podemos identificar hacia dónde nos corresponde ir, cuál es el destino vital, para ir trabajando en ello en cada momento presente.
En momentos claves de vida aparecen las bifurcaciones, esos brazos deltaicos que nos amplían las posibilidades existenciales. Si tenemos claro cuál es el destino, podremos elegir con más consciencia qué brazo del delta tomar, qué posibilidad hacer realidad, en la confianza que guiados desde el amor de Dios presente en nosotros podremos cumplir nuestro objetivo de vida. Desde esa confianza en el proceso vital, en la Divinidad amorosa que nos envuelve, el brazo que elijamos del río, la opción que escojamos, nos va a permitir seguir siéndonos fieles a nosotros mismos y al propósito de nuestras vidas.
Hoy le invito a confiar o seguir confiando en su vida. Confiar en su capacidad interior para elegir el mejor camino posible, tomar la variante del río que mejor le acerque a su destino de vida. Al estar centrados en el amor, conexión y confianza, lo lograremos.
@edoxvargas