Eduardo Vargas | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Mayo de 2016
Una perspectiva integradora
 
Sin duda alguna el pensamiento cartesiano revolucionó el mundo. Necesitamos la lógica formal para entender muchos fenómenos de la cotidianidad; de hecho, el Método Racional propuesto por René Descartes permitió el avance de las ciencias, a partir de un sólido edificio mental, en su momento fue capaz de dar cuenta de la vida. Pienso, luego existo, es la máxima que sintetiza la importancia dada a la inteligencia cognitiva, en una propuesta de cuatro pasos: la mente se percata, en forma clara, del tema en cuestión; se analiza, se convierte lo complejo en simple; se reconstruye la totalidad de lo analizado, con respuestas cada vez más complejas; por último, se revisan los resultados en forma general, para evitar vacíos e incongruencias. Con el correr de los siglos nos hemos ido dando cuenta de que somos mucho más que el pensamiento, que las respuestas a nuestras inquietudes requieren más que el análisis racional, que necesitamos no sólo entender lo que ocurre, sino comprenderlo.
 
Existimos porque somos cuerpo, sentimos, pensamos y trascendemos. Todo ello ocurre a cada instante de la vida, nos demos cuenta de ello o no. Sería injusto con Descartes minimizar su legado: por el contrario, sobre las bases filosóficas que él aportó -herederas a su vez de ideas planteadas y desarrolladas a lo largo de centurias- hemos podido ampliar el concepto de inteligencia.  Por ello Howard Gardner, junto con su equipo de investigadores de la Universidad de Harvard, planteaba en 1995 la Teoría de las Inteligencias Múltiples, que incluía la inteligencia lógico-matemática y a su vez la trascendía, ya que proponía la existencia de otras siete inteligencias, de las cuales hoy podemos dar cuenta: la inteligencia lingüística, relativa a la capacidad de comunicación.  La inteligencia espacial, concerniente a la mirada del mundo a través de diferentes perspectivas.  La inteligencia musical, presente en todas las culturas a través de sus cantos y el desarrollo de diferentes instrumentos.  La inteligencia corporal y kinestésica, relacionada con las habilidades de motricidad y consciencia del propio cuerpo.  La inteligencia intrapersonal, la cual nos permite la comprensión de nuestra propia interioridad.  La inteligencia interpersonal, a través de la cual estamos facultados para interactuar con otras personas.  La inteligencia naturalista, por medio de la cual podemos dar cuenta de nuestros entornos, desde una perspectiva ecológica.  También somos sensaciones y emociones.
 
Reconocer en nosotros y en los otros esta multiplicidad de inteligencias nos permite abrazar una visión integral e integradora de la existencia. Somos, por mucho, más que una limitada mente cognitiva. Aprendemos a través de todos nuestros sentidos, de todas nuestras vivencias, de diferentes maneras.  Por supuesto, como no somos iguales, cada quien tiene unas inteligencias más desarrolladas que otras.  Uno de los retos más interesantes de la existencia consiste, primero, en reconocer desde cuál interpretamos el mundo en forma preferente y, segundo, ir ampliando paulatinamente las otras inteligencias.  Si vamos avanzando conscientemente en este proceso, la vida tendrá cada vez más matices, será cada día más interesante.  Sentimos, nos emocionamos, interactuamos, musicalizamos, nos interrelacionamos y movemos, hacemos parte del todo, luego existimos.
@edoxvargas