Derecho político de las regiones
De nuevo se ha puesto sobre el tapete la forma de elegir el Senado de la República que hasta 1991 fue símbolo de la unidad nacional, en cuanto para su integración concurrían todos los departamentos del país mediante el procedimiento de la circunscripción regional y en proporción al número de habitantes de cada uno de ellos; fórmula que respetaba una de las exigencias de la descentralización administrativa, en su aspecto político: el de la elección directa de los representantes de los entes territoriales, como lo enseña el prestigioso tratadista francés de Derecho Administrativo, profesor Bonnard.
Los constituyentes colombianos de 1991, sin embargo, resolvieron sustituir esa clase de representación por otra: la circunscripción nacional, de consecuencias tan funestas que resulta imperioso eliminarla del régimen electoral colombiano, dejándola sólo para las minorías -como fue concebida originalmente-, pues la tal circunscripción nacional se convirtió, como lo dijera alguna vez el Director de El Mundo de Medellín, en “la circunscripción de la corrupción nacional”; responsable, ciertamente, de haber cambiado el voto por mística por el voto por dinero.
Fue el puente para que los narcotraficantes irrumpieran en el mundo político y para que, así no tuvieran esa connotación, permitiera que sólo las personas con abundantes recursos pudieran acceder al Senado, dados los costos que exige el cubrimiento de las campañas electorales en todo o gran parte del territorio nacional, dentro del marco de ese proselitismo pervertido; con muy pocas excepciones, por supuesto. Y ha sido, también, la gran razón para que los partidos políticos dejaran de ser los grandes orientadores de la opinión nacional para convertirse, en cambio, dentro del mismo enfoque mercantilista de la política, en sólo “bancos de avales”.
Cuánto deseamos -desde la cumbre de nuestra madurez y cuando sólo nos inspira la gratitud por los honores recibidos del Partido Liberal Colombiano- que sus dirigentes jóvenes, de gran talento como Juan Fernando Cristo, Luis Fernando Velasco y Simón Gaviria, entre otros, asuman la responsabilidad de acompañar y mejorar la propuesta de varios representantes a la Cámara de “la media Colombia”, de volverle a dar representación política a las regiones en el Senado, el cual, como consecuencia de la reforma constitucional de 1991, se convirtió en el Senado de tres cuartas de la República, con desconocimiento de derechos de la otra Colombia, despojada de sus derechos políticos; parte de la cual hoy se agita en el Catatumbo.
Un proyecto de acto legislativo, presentado por un grupo de representantes a la Cámara, pretende, en el fondo, reivindicar el derecho político de las regiones y a dicha iniciativa deberá dársele prioridad en la próxima legislatura.
Es de esperar que Congreso y Gobierno se pongan de acuerdo. Una buena tarea para el próximo presidente del Senado, doctor Juan Fernando Cristo.