Participación política, según Farc
Al parecer, cuando se pactaron los 5 puntos de la Agenda de Paz que se discutiría en la mesa de negociaciones de La Habana, no se precisó el alcance del referente a “participación política” o, dicho de otra manera, qué temas concretos podría abarcar ese enunciado.
Las Farc, de acuerdo con sus últimas propuestas, le dan un alcance amplio y trascendental, más allá de la simple participación electoral para acceder a los órganos de representación popular o de gobierno. Según Semana, “se trata de fundar un verdadero Estado de Derecho”, en un nuevo escenario , y han dicho: “antes de la dejación de las armas, Constituyente…, (para firmar) un tratado de paz con un nuevo contrato social”.
Ningún colombiano del establecimiento puede declararse sorprendido con ese discurso. Fue el de las negociaciones que se intentaron en el Caguán; el que se repitió en Tlaxcala y después en Caracas. Ha sido su discurso de siempre. Pero con el cual no se llegó a ningún acuerdo de paz.
La novedad de las negociaciones de La Habana consistía en que se habían reducido a 5 puntos en los cuales no había aparecido el esquema fracasado de pactar la paz previa reforma estructural del Estado, sin negar su pertinencia y conveniencia en algunos aspectos para establecerla, pero planteada por las Farc en los escenarios permanentes de nuestra democracia representativa o a través de los canales de la democracia de participación , cuando adquieran la personería legal como partido y se les haga el reconocimiento (como se le hizo al M19), de su derecho a integrarse políticamente para acceder a los órganos de decisión del Estado.
La Constituyente es, ciertamente, uno de esos caminos institucionales y proponerla por las Farc no puede considerarse un despropósito. Sin embargo, el uso que se dio al poder constituyente en 1991 desprestigió este medio de reforma de nuestra Constitucional Política, cuando se declaró omnipotente, por sí y ante sí, y sin que sus actos pudieran ser revisados por órgano de control jurisdiccional alguno, pese a que había sido convocada por el pueblo con poderes limitados o restricciones convenidas por los partidos políticos que intervinieron en los acuerdos previos, acogidos en sentencia de la Corte Suprema de Justicia, para más señas… Así se revocó el Congreso elegido legítimamente por el pueblo: precedente funesto para pensar en una nueva Constituyente.
Vale la pena que las Farc revisen, entonces, sus planteamientos. Porque no es una utopía que una vez se incorporen a la vida institucional puedan crecer políticamente, si mantienen su impronta ideológica reformista, y a la cual podrían sumarse muchos de sus compatriotas que han esperado reformas de envergadura, sin verlas plasmadas en el horizonte político: como la de un cambio de modelo económico, pues el actual ha sido creador de las desigualdades o de la inequidad social que hoy nos avergüenza ante el mundo, como lo hemos dicho algunos dirigentes liberales repetitivamente.