La cuestión agraria, y algo más…
Terminó, con éxito, según ha trascendido en la prensa, el Foro que se convocó para discutir las políticas públicas sobre desarrollo agrario integral, como fue enmarcado el temario del espacio de reflexión que se le abrió a la sociedad civil.
La intención de los convocantes -y de los participantes desde luego-, fue la de que lo que allí se dijera y concluyera, sirviera de insumo para quienes negocian la terminación de nuestro conflicto interno en La Habana, de acuerdo con el primer punto de la Agenda de los diálogos, el cual se refiere, precisamente, al tema agrario. Propósito loable.
En el entretanto, el presidente de Fedegan, doctor José Félix Lafaurie, optó por hacer conocer una posición ética inflexible, al oponerse a discutir el tema en un escenario inapropiado -según su óptica-, como calificó el que acaba de terminar sin su participación.
Entendimos, sin embargo, que el presidente de Fedegan está dispuesto a hacer conocer los puntos de vista del gremio en otros escenarios, aunque ya en sus columnas de opinión, en varios periódicos del país, ha hecho anticipos claros sobre el pensamiento crítico del gremio, en esa materia.
También, el presidente Santos ha dicho, que la aplicación de la ley de víctimas y de restitución de tierras, no está condicionada a las negociaciones con las Farc, dando a entender que son políticas de Estado en ejecución y que, por tanto, no pueden estar sometidas a acuerdos con las Farc. No otra cosa podría decir, como Jefe de Estado.
Falta que Timochenko opine públicamente, para poder tener una visión de conjunto sobre el futuro de las negociaciones con las Farc, en punto tan sensible de la agenda de los diálogos de paz; y para que los columnistas de opinión, como en nuestro caso, podamos tener mejores elementos de juicio para vaticinar el éxito o el fracaso de las negociaciones.
Por ahora, reiteramos que la vía política es la que nos puede llevar a la paz, pero sin sembrarla de obstáculos y actitudes que no permitan lograr ese objetivo. Por ejemplo, resulta indispensable que, -por razones de conveniencia-, se apague la lengua de fuego del ministro de Defensa en sus discursos y en los comunicados que cuelga en la redes de Internet y en los cuales hace gala excesiva de su temperamento belicista; y que, por otra parte, las Farc no sigan cometiendo actos atroces de guerra durante el período de negociaciones, para crear un ambiente de optimismo alredor del proceso de paz. Otra actitud resulta insensata. Porque en lugar de generar esperanzas, fomenta el escepticismo nacional y del escepticismo a la frustración solo hay un paso.
PD. Ojalá en La Habana, en la discusión sobre el problema agrario, se piense sobre le mejor manera de organizar al campesino, pero no solamente para que aproveche mejor la tierra sino para asegurarle el goce de una mejor calidad de vida. Confinarlo al aislamiento, con sólo títulos de propiedad debajo del brazo, carecería de sentido social.