Pensando en el posconflicto
En mi libro Puntadas sin dedal, prologado por el humanista Benjamín Ardila Duarte y editado bajo el cuidado de Editorial Maremágnum, y cuyo lanzamiento se realizó en diciembre del año pasado en Montería, me ocupé, en uno de sus capítulos, del tema de la Paz. Y fijé mi posición dentro del enfrentamiento surgido entre el expresidente Uribe, y el presidente Santos, al darle la razón a éste cuando calificó la confrontación que desde hace 50 años padecíamos, como ”un conflicto armado interno“, en cuanto a que con esa calificación, se les podía exigir, a la luz del artículo 3º común de los Convenios de Ginebra, el cumplimiento de las reglas del Derecho Internacional Humanitario .
Con anterioridad, en 2003, había publicado otro libro “Para Pactar la Paz: ¿Hacia una ley de punto final?“, con prólogo del procurador Edgar Maya Villazón, e introducción del historiador y analista político Carlos Villalba Bustillo, en cuyas paginas esbocé un proyecto de paz, sobre la base del siguiente planteamiento (gag.41): “Colombia no sería el único país del mundo que aplicaría un método de reconciliación basado en el pragmatismo pero también“ en la necesidad de paz “de sus habitantes., quienes en cuarenta años, (ya son cincuenta), no han visto el sol de la convivencia pero sí el terrible drama de sus hijos caídos en la guerra, unos para defender la legitimidad, otros por pretender doblegar la voluntad del Estado y someterlo a propósitos revolucionarios…”
Sería imposible reproducir todo el esquema de paz que propuse entonces, pero sí la iniciativa concreta, en cuanto a la representación política en los órganos de elección popular que podía otorgarse a la fuerza subversiva que se desmovilice; propuesta que haría parte de la solución pragmática que hemos concebido y que podría llevarse a refrendación popular o a una Asamblea Constituyente. Para estos efectos, propuse: “Se crearán circunscripciones especiales en las elecciones inmediatas a la firma de la paz. 2. Mediante este procedimiento se les adjudicarán 10 curules en el Senado y 20 en la Cámara de Representantes, 5 curules en las Asambleas con más de 20 diputados y 2 con menos de esta cifra. En los concejos de las capitales de departamentos se les adjudicarán 5 curules y 2 en los otros municipios del país“. No tengo la pretensión de que se acoja nuestra iniciativa tal como la presenté en el libro mencionado, hace casi diez años, pero ojalá sirva de punto de discusión en las conversaciones de Oslo y La Habana.
Para quienes son enemigos de la reconciliación -que es la expresión humana de la paz-, esa propuesta se descalificará con dureza, no así por quienes quieran buscarle vías de solución estable a nuestro conflicto interno. Mirémonos en el espejo de la paz con el M-19, para concluir que, sin representación política en los órganos de elección popular, la inserción de los grupos alzados en armas en nuestra vida institucional, no será posible. ¿Pero quiénes podrían llevar esa representación política dentro las fuerzas subversivas?
Daremos nuestra opinión en la próxima columna.