Triple empate….
“Goles fueron de Colombia, Brasil y la FIFA”
Como todos los colombianos nos sentimos orgullosos por el desempeño de nuestra selección de fútbol, integrada por muchachos competentes bajo la dirección de un entrenador que supo prepararlos para un campeonato mundial altamente competitivo y en el cual, finalmente, clasificó nuestro equipo como uno de los ocho mejores del orbe. Bastaría ese resultado para colmarlos de elogios, y para que, en cada uno de los corazones de sus compatriotas agradecidos, se registre con emoción tan singular hazaña.
Nos conmovió, además, la forma de recibir nuestros jugadores la derrota, cuando lo que ocurrió en el campo de juego pudo merecer su protesta encendida, porque el vencedor no obtuvo una victoria transparente -como para celebrarla en condiciones de reconocimiento justo. En efecto, el equipo brasileño no practicó el juego limpio, y, de contera, se benefició de la complicidad de un árbitro parcializado, al pitar una falta inexistente de James Rodríguez, cerca del área de la potería. De ahí que el gol que provino del cobro de esa supuesta falta se le deba asignar en la bitácora de la FIFA -como determinador- , al entrenador español por ella escogido y no al jugador carioca Da Silva, quien colocó el balón en el ángulo superior derecho del arco que custodiaba el gran arquero colombiano, pero sin posibilidad alguna de atajarlo.
En esas circunstancias, lo que hubo fue un triple empate a goles, desde nuestra óptica de televidente. Uno de Brasil, pateado por Thiago da Silva, otro de Colombia, el penalti cobrado por Jemes Rodríguez y el tercero, atribuible al árbitro FIFA.
Esa fue la realidad, la cual nuestros jugadores se abstuvieron de denunciarla en forma rotunda, para que, como dijo Bacca, en declaraciones al enviado especial de El Espectador, no sonara a “excusa“. Sin embargo, dijo algo que los millones de televidentes vieron en el partido: “el penalti que me cometió Julio César (el arquero brasileño) merecía su expulsión“, para señalar, de esa manera, hasta donde llegó la parcialidad del árbitro que permitió, además, según evidencias incontrovertibles, el juego rudo de los brasileños contra James Rodríguez y Juan Guillermo Cuadrado.
No llegaron nuestros jugadores al cuarto de final. Pero lo merecieron, con creces.
El homenaje que le brindaron las multitudes en Bogotá, convocadas por un sentimiento de Patria ennoblecido por el fervor y la solidaridad, hay que darle la lectura justa de recompensa al esfuerzo, al temple y a la voluntad de nuestros jugadores, quienes le dieron brillo al nombre de Colombia con su actuación.
Que el equipo y su entrenador, el gran José Pékerman, hayan reconocido la derrota, no nos impide , sin embargo, para que desde esta esquina de opinión, reafirmemos que lo que hubo en el estadio de la ciudad de Fortaleza, fue un triple empate a goles : el de Colombia, el de Brasil y el de la Fifa….