Recibimos gratamente la noticia sobre la designación del exministro Juan Camilo Restrepo como jefe de la comisión negociadora que conformará el Gobierno nacional para lograr la terminación del conflicto armado con el grupo guerrillero ELN. El doctor Restrepo cuenta con las capacidades y conocimiento del sector agrario colombiano, además de su formación económica y experiencia como Ministro de Hacienda que le convierten en el candidato perfecto para llevar adelante este cometido, siempre que al conocimiento y experiencia se suma su compromiso con el sector social de Colombia, siendo ello una garantía sobre la forma y responsabilidad en que se manejarán las negociaciones.
Debo decir que este cometido, no es un tema fácil. El ELN a diferencia de las Farc tiene una estructura descentralizada, ha sostenido en el pasado que el interlocutor válido para unas negociaciones de paz no es el Gobierno sino la sociedad civil a través de los distintos representantes de los sectores sociales y su agenda pasa fundamentalmente por los temas de recursos naturales, mineros y petroleros. Por ello se entiende que el primer punto en la agenda acordada para iniciar los diálogos con el Gobierno sea contar con la participación de la ciudadanía en el proceso.
De lograrse un acuerdo de paz con este grupo guerrillero estaríamos frente a la verdadera terminación del conflicto armado y entonces tendríamos el escenario perfecto para centrarnos en construir la paz entre todos los colombianos, siempre que dispondríamos del ambiente de calma y seguridad que tal labor requiere. Es sin duda menester actuar con prontitud en este objetivo, siempre que los tiempos son un punto importante en las actuales circunstancias del país, sin que eso signifique que se actúe en forma atropellada.
Son muchos los temas que están confluyendo y que hacen pensar que no será fácil el futuro si no logramos los acuerdos de paz que el país anhela. La inseguridad jurídica y tributaria que actualmente vivimos ha hecho que las posibilidades de inversión extranjera se alejen y que los inversionistas y empresarios colombianos pongan en el congelador muchos de sus proyectos hasta no tener claridad sobre el futuro de nuestra nación. A esto le agregamos la situación fiscal que atravesamos y la inconformidad que sugiere producirá la iniciativa presentada por el Ministro de Hacienda al Congreso y denominada reforma tributaria estructural, que supone un golpe fundamentalmente a la clase media.
Entendemos por otra parte que la reforma tributaria es necesaria debido a la situación que atravesamos pero el pueblo esperaba más acción contra la evasión, más impuestos a los grandes empresarios y mejor tratamiento a la clase trabajadora y clases media y pobre de nuestra estructura económica. Nos preguntamos dónde quedó el gran pacto contra la corrupción y la impunidad. Si se actuara de manera eficiente en estos campos tendríamos los recursos necesarios para pagar nuestro déficit y además estaríamos recuperando los valores éticos y morales que todos los días vemos violados a través de las noticia en los medios de comunicación.