DIEGO ARANGO* | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Mayo de 2012

Responsabilidad del personaje publico

 

Cuando una persona alcanza notoriedad, fama y se convierte en un personaje público su vida cambia por completo, primero porque sus actos tienen que reflejar su investidura y el prestigio adquirido. Segundo porque debe más respeto a las leyes y obediencia a las autoridades; tercero porque debe ser ejemplo ante la ciudadanía. Todo ello compromete al personaje público en su imagen y también la de su investidura o fama.

Pues sucede que muchos personajes públicos henchidos de fama y poder olvidan las grandes responsabilidades que tienen frente al país. Hechos como políticos conduciendo vehículos borrachos, tanto hombres como mujeres. Presidentes, magistrados, senadores, representantes, concejales, alcaldes, altos funcionarios entre otros que han sido sorprendidos por las autoridades en estado de embriaguez y en la que ellos se han negado a cumplir con las exigencias lógicas aduciendo su estatus o credenciales. Otros han sufrido aparatosos accidentes con saldos trágicos y daños considerables a los vehículos públicos asignados. Algunos personajes han dado escándalos grotescos como el exalcalde de Bogotá Lucho Garzón sorprendido en plena borrachera a la luz pública sin poderse sostener, agrediendo con vulgaridades a la prensa.

Hay casos de presidentes que dieron mucha lora en sus mandatos a causa de los excesos del alcohol y afición por las mujeres como Guillermo León Valencia y Julio César Turbay.

Todo esto hace parte de la falta de conciencia de estos altos personajes, muchos de ellos afirmados en la confianza pública que les han dado sus electores, como el reciente caso del senador Eduardo Merlano que se negó airadamente a practicarse la prueba de alcoholemia y avasalló a los agentes de policía restregándoles en la cara su posición de senador de la República y sus electores. Toda una falta de respeto con ellos, pues no lo eligieron para conducir con tragos y menos sin licencia y tampoco lo autorizaron para que abusara de su condición de parlamentario.

La responsabilidad del personaje público debe estar impresa en un código ético y una moral instituida a la altura de su cargo. Grave debe ser la falta y debería existir una sanción pública para quienes violen este principio.

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*Presidente Canal Teleamiga Internacional