Diana Sofía Giraldo | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Marzo de 2016

RECORDEMOS PALABRAS DEL PAPA

Una paz que no divide

 

HACE exactamente un año el Santo Padre, Francisco, vislumbró un sendero para alcanzar la paz en nuestro país. En carta dirigida al pueblo colombiano tomó distancia del planteamiento de una paz puesta al servicio de intereses políticos, que nos divide, y se atrevió a plantear un verdadero proceso de reconciliación desde las víctimas. Desde la periferia del dolor que hemos padecido todos los colombianos. Desde los secuestrados, los desplazados, las víctimas de minas y de toda forma de violencia y también desde "las víctimas de décadas de injusticia, inequidad y marginación"

Invitó a un pueblo católico, como el nuestro, a "la alegría de hacer presente a Jesucristo ‘príncipe de la paz’", el único que hace posible la reconciliación, en medio de tantos sufrimientos y divisiones".

"La construcción de la paz es un proceso complejo, que no se agota en espacios o planes de corta duración. Hay que arriesgarse a cimentar la paz desde las víctimas, con un compromiso permanente para que se restaure su dignidad, se reconozca su dolor y se repare el daño sufrido. El Papa manifiesta gran afecto, cercanía y solidaridad, a quiénes han padecido las consecuencias del conflicto armado en todas sus expresiones".

Una paz verdadera, planteada desde la donación del sufrimiento de millones de colombianos no es lo mismo que una paz política. Lo dejó en claro, recientemente, el Cardenal Rubén Salazar cuando aseguró que la visita de Francisco a Colombia "no se trata de una misión política, eso debemos tenerlo claro desde el principio. El es pastor de la Iglesia Católica, por lo tanto su visita tendrá un carácter evangelizador".

Así describe el Santo Padre en su carta, el "Hospital de Campo" que necesita Colombia: "Es preciso asumir el riesgo de convertir a toda la Iglesia, cada parroquia y cada institución en un hospital de campo, en el lugar seguro en el que se puedan reencontrar quienes experimentaron atrocidades y quiénes actuaron desde la orilla de la violencia. Que en la iglesia todos hallen sanación y oportunidades para recuperar la dignidad perdida o arrebatada. Que allí se haga posible el arrepentimiento, el perdón y la decisión de no reproducir nuevamente la cadena de violencia. Que aquellos que actuaron desde la violencia, allí puedan reconocer las dolorosas consecuencias de sus acciones, con las cuales no solamente han hecho daño a las víctimas, sino que han herido su propia dignidad humana".

En tiempos de tanta confusión y desesperanza vale la pena repasar esta carta una y otra vez, escuchar con atención las palabras de Francisco: "Que la celebración de la pasión, muerte y resurrección del Señor dé frutos de reconciliación entre los hijos e hijas de este país, con la esperanza cierta de la superación de las violencias y del mal que les ha afectado a lo largo de décadas".