DIANA SOFÍA GIRALDO | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Noviembre de 2012

La cadena sin eslabones         

 

¿Cómo funciona una comunidad cuando los eslabones de la cadena social no se articulan? Es el milagro colombiano que nos muestra a diario la capacidad de progresar en conjunto mientras muchas partes corren como ruedas sueltas.

Lo ocurrido con el asesinato de un joven el amanecer del lunes es un caso que por lo absurdo, doloroso y elocuente merece un análisis especial. Va mucho más allá de las riñas callejeras con desenlace fatal.

Por algún comentario sin trascendencia entre aficionados al fútbol se encienden los ánimos y comienza una pelea inusitadamente violenta, en la cual resultan molidos a garrotazos un padre, su hijo de 17 años y un amigo. Reciben, además, varias puñaladas. El hijo muere, el padre y el amigo, ahora en el hospital, siguen la lucha. Esta vez contra la muerte.

Se necesita una carga interna de odio brutalmente explosiva para que lo que debe ser motivo de diversión sana, la pasión por el fútbol y la preferencia por un equipo, se convierta en combustible de crímenes. Es la inversión total de valores: el deporte al revés. Y no se trata de incidentes menores en las tribunas, al calor de un partido fuertemente disputado, sino de unos delitos mayores que llegan hasta la puerta de la casa, en el frío de una madrugada.

Los vecinos auxilian a los heridos en un meritorio acto de solidaridad, mientras un vehículo que pasaba cierra sus puertas y se niega a transportarlos. Buenos vecinos, un eslabón sano en esta penosa cadena.

Las autoridades capturan algunos de los presuntos responsables, jóvenes todos según los informes periodísticos, y como es de rigor deben proceder a judicializarlos. Pero los funcionarios de la rama judicial están en huelga. ¿Paro en la justicia? Sí, aunque parezca increíble que este servicio básico para el funcionamiento de cualquier sociedad pueda suspenderse, en nuestro país no es la primera huelga ni será la última.

Ya nadie se escandaliza por estos episodios y los directamente interesados en los procesos los toman como otro factor de demora, cada vez con menos dramatismos.

Porque cuando se mira de cerca un caso como el actual, que pronto completará el mes,  resulta que están reclamando unos reajustes y nivelaciones salariales que debieron hacerse hace veinte años. 

¿Cómo proceder, entonces? ¿Pedirles a los empleados judiciales que tengan paciencia y esperen otros veinte?

No hay  cadena que funcione con tantos eslabones rotos o flojos. Resistirá tanto como el más débil de ellos, y vemos que algunos definitivamente no sirven o no existen. ¿Hay conciencia de estas fallas? ¿Cuánto tiene que esperar el país para construir las normas básicas de convivencia? Ojalá no sea demasiado tarde como lo fue para el infortunado joven que se arriesgó a salir de su casa en esa triste madrugada...