Y así, cuando las promesas gubernamentales se cumplen e, incluso, superan las expectativas, quedamos desconcertados, como desubicados, y la furia nos invade.
Eso fue lo que sucedió con el día sin IVA. Desde el punto de vista de su propósito y sus objetivos, fue todo un éxito. Fue una medida histórica, pero, además, exitosa.
Se inauguró el 19 de junio de 2020 para estimular la economía nacional. Se estatuyó mediante un decreto ley y sus resultados, quien lo creyera, fueron infinitamente mejores que lo esperado. Mientras el Gobierno pretendía poner a circular 350 mil millones en nuestra maltrecha economía, las ventas superaron los 5 billones de pesos.
La iniciativa demostró también que los colombianos sí podemos comprar mediante medios digitales; que la cobertura de la factura electrónica tan recientemente implantada está a punto de alcanzar el 50% del comercio formal; que la gente necesita comprar para vivir y que todos esos buenos logros defienden a las medianas y pequeñas empresas que representan a la clase media y que, como se sabe, ha sido la más golpeada durante esta pandemia.
Con los recursos inyectados le hacemos frente a la hambruna y evitamos que se perdieran decenas de miles de empleos.
Pero como todo hay que decirlo, es cierto que el triunfo del día sin IVA se vio opacado por cerca del 1.5% de los casos que no aplicaron correctamente las medidas de bioseguridad poniendo en grave riesgo la salud pública. Y desnudó nuestra falta de civismo, estoicamente rescatada por la cultura paisa que, como suele suceder en este tipo de situaciones, dio ejemplo de que todo se puede hacer si se hace organizadamente.
El experimento desnudó igualmente cuánta falta nos hace el principio de autoridad, pues a muchos gobernantes locales se les salió el asunto de las manos y, en vez de remediarlo, decidieron culpar a la medida. Es como si una pelea de borrachos nos llevara a cerrar el restaurante antes que arrestarlos.
El día sin IVA fue un rotundo éxito que nos recordó que la mejor manera de distribuir la riqueza y acabar con la desigualdad es mediante el fortalecimiento de la economía de mercado.