NO es pesimismo, tampoco resistencia ni oposición. Es sentido común: al gobierno del Presidente Santos le va mal, y al país peor.
No por ser cercano al Jefe del Estado hay impedimento de ser claro y objetivo. Colombia va mal y el Ejecutivo no la pasa mejor.
Decir verdades a medias no ayuda a mejorar la situación. Decir lo que el Gobierno quiere escuchar es empeorar el panorama, ser alcahuete de lo mal que andamos.
El país está sufriendo varios quebrantos de salud y no aparece ni la cura ni quien asista al paciente.
La inflación en aumento, la junta del Banco de la República no pudo atajarla a punta de subida de intereses.
Hay más de 2 millones de personas -deben ser muchos más- buscando empleo. La política de fomento al trabajo del Gobierno se quedó corta.
El costo del dinero de nuevo carísimo. Subir las tasas de interés ha causado más dificultades debido a que los consumidores guardan lo poco que tienen, dejan de buscar crédito y se resienten las ventas.
A la agricultura no le salen las cosas, los campesinos más pobres, con menos inversiones para 2017, mayor desempleo y desencanto con la ausencia del Estado. La restitución de tierras, no se sabe.
Las ventas en la industria y el comercio, la rotación de inventarios, la facturación, las exportaciones de manufacturas, la minería e hidrocarburos, venidas a menos.
El crecimiento de la economía con un flaco 3% o menos para este año, no garantiza mejora en empleos ni inversión.
Crecer menos del 7% no es sano. Lograr un PIB del 5%, sería bueno. Crecer por debajo de estos guarismos es propiciar miseria, pobreza, exclusión y desesperanza en poblaciones carentes de salud y educación.
Educación, horrible, cara y caótica, tarifas impagables para muchas familiar, pero de malísima calidad. Ah, pero las inversiones en sedes y edificios, muy buenas. ¿Quién mira la educación?
Salud, robada, pisoteada, la cenicienta, el fortín de los corruptos. EPS en crisis, pocos médicos, escasos especialistas, los mismos pobres medicamentos, congestiones, citas tardías, cirugías aplazadas y costosas cuotas moderadoras.
No hay duda: con razón gana el No del plebiscito que busca refrendar la paz con las Farc. El desencanto toca las puertas de los hogares y les marca el No del inconformismo.
El No al plebiscito tiene mucho que ver con el desgano social.
Las gentes no quieren más de lo mismo. Están hartas de tanta publicidad por la paz que a ellas no las toca. Necesitan equidad, inclusión y rostro social para decir Sí.
Responder No es resistirse a lo mal que vamos