Las elecciones en Estados Unidos nos conduce a la palabrita mágica: “democracia”.
Necesariamente tenemos que recurrir a Alexis Tocqueville, académico de origen francés, quien en una de sus obras: “la democracia en América”, estableció un pilar básico del pensamiento de la época. Convirtió la igualdad en el centro de todas las cosas, lo que haría a todos los ciudadanos libres, dignos de honores accesibles a todos.
Con el debate electoral entre los candidatos Joe Biden y Donald Trump, deseábamos que la democracia se convirtiera en el eje fundamental de la política, ellos disputarían la presidencia con la más alta dignidad de todo aspirante a mantener su nación en una gran potencia mundial.
Pero la democracia para una mayoría se ha quedado como la única forma justa de gobierno, ya que “se valora sólo por sus resultados”.
Según el politólogo Jason Brennan, “los resultados no siempre son buenos, ya que muchos de los integrantes de una sociedad no siempre están bien informados”, no tienen la suficiente cultura política para tomar una decisión justa por un candidato que ciertamente posea las calidades morales e intelectuales.
Fernando Savater afirma en reportaje a El Tiempo: “el problema no es el político demagogo o ignorante, sino la gente que lo elige”, “se puede educar ciudadanos con sentido de libertad de sus posibilidades, derechos y deberes”.
Da vergüenza observar que Trump, fue ungido con una gran votación de unos seguidores que desconociendo el retiro del Acuerdo de París sobre el medio ambiente, el convenio sobre el programa nuclear de Irán y la Organización Mundial de la Salud, y que se caracterizó por engañar cínicamente a su pueblo, llevándolo hacia el precipicio, como fue el de negar la realidad fatal del Covid-19, lo que permitió que en el país se produjera el mayor número de muertos a nivel mundial.
Y para rematar, no conforme con ver a su pueblo ahogándose en las movidas aguas de su gobierno, para mantenerse en el poder, advierte que en las próximas elecciones se produciría un fraude monumental si no llegare a ser el triunfador.
Si eso fuere así, un presidente como gobernante supremo tiene el deber de tomar todas las medidas preventivas para que ello no suceda. Consciente de sus actitudes para orientar masas, debería asumir de una vez por todas una posición coherente, en lugar de llamar a la violencia a sus fanáticos amigos.
La figura de Trump nos recuerda la obra de Moliére: “El Burgués Gentil Hombre”, que narra la historia de un burgués del siglo XVII que busca ser aceptado en la Corte. Para lograrlo, trataba de copiar todas las maneras de la época apelando al poder que le brindaba su dinero.
Estamos seguros que Joe Biden, presidente elegido, como demócrata, será un gran derrotero de una crisis económica y social en los actuales momentos.
Recordemos que Joe Biden cuando fue miembro del Congreso de Estados Unidos respaldo con todo vigor el Plan Colombia.