Debate ético | El Nuevo Siglo
Domingo, 10 de Octubre de 2021

Existen decisiones trascendentales en la vida, seguramente muchas cambiarán en su orden teniendo en cuenta lo que pensamos cada uno de nosotros, pero sin duda alguna, la de escoger el día y hora de nuestra muerte supera todas.

Eso seguramente, y una entrevista bastante difundida, nos hizo poner los ojos en Martha Liria Sepúlveda y su caso.

Por deseo propio, esta mujer hasta ayer sería la primera paciente con un diagnóstico no terminal y sin inminencia de muerte en acceder a la eutanasia en nuestro país. Su diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), hace tres años, una enfermedad grave e incurable, fue el origen de su decisión.

Esta patología que va eliminando sus fuerzas, al punto que va diezmando sus funciones básicas, será su compañera hasta sus últimos días.

Sus neuronas motoras desaparecen progresivamente, por lo que no habrá señales que lleguen del cerebro a los músculos hasta debilitarlos y atrofiarlos completamente. Deberá acudir a un respirador entonces para que ingrese oxígeno al cuerpo y a una sonda de gastrostomía para poder alimentarse.

Ese termina siendo el miedo y la angustia seguramente de Martha, ese camino doloroso e irremediable hacia la muerte, al punto que deja de importar esta última, porque poco vale como se muere, cuando la agonía se torna larga y dolorosa.

Pero eso después de la noticia donde se informó la decisión de realizar el procedimiento de eutanasia, y que la misma se llevaría a cabo el pasado domingo, de manera inesperada se anunció su cancelación por la IPS, a 36 horas del procedimiento.

Esta tiene básicamente sustento en que las expectativas de vida de Martha superan los seis meses. Es decir, científicamente no hay aún un detrimento tal en su calidad de vida que haga presumir que por ahora clasifica para la realización de este procedimiento.

Si bien hay un derecho a una muerte digna, la vida sigue teniendo mayor importancia sin importar las circunstancias.

La exposición mediática de una situación personal tan importante para una familia y que en medio de condiciones tan dolorosas mostró una vida normal seguramente influyó, pues no era un caso único, se sumaría al casi centenar de eutanasias que ya se han practicado en nuestro país.

Esta determinación de suspender el procedimiento basada en lo científico cambiará las cosas para Martha desde lo jurídico; Seguramente seguirá dando la lucha contra la decisión de la IPS, pues contra la enfermedad ya decidió no hacerlo. Lo importante en esto es que la sociedad revise realmente si la muerte digna va asociada con la vida digna y si sólo el temor de lo que viene es suficiente para tomar tal decisión.

Para Martha su decisión queda aplazada, esperando todos que sus condiciones de salud le permitan no vivir con sufrimiento, echando mano de todo lo que haya, porque su vida es importante para un país hoy, por lo que seguramente se reabrirá el debate ético.

Así como se respetó en un principio la decisión médica, incluso entre quienes no apoyan la eutanasia, debe respetarse la que hoy pide aplazar esa posibilidad, pues si bien podemos encontrar una razón para morir, tendremos mil más para vivir sin importar las circunstancias.