En un curso de verano adelantado en la Universidad Complutense de Madrid, Vargas Llosa rompe su silencio sobre García Márquez, y en un conversatorio sobre su obra sostuvo que Gabo “no era capaz de explicar el enorme talento que tenía a la hora de escribir, funcionaba mediante la intuición, por pálpitos, no pasaba por lo conceptual, tenía una disposición extraordinaria para acertar con los adjetivos, los adverbios y con la trama”. Luego agregó que “García Márquez no fue un intelectual. Daba la impresión de que no era consciente de las cosas mágicas que hacía, era más un artista, un poeta.”
Esa afirmación es un poco contradictoria. Gabo, según sus memorias, le dedicaba el tiempo necesario a la preparación de sus libros que suponía investigar y verificar datos que contextualizaban sus obras, como la vida de Bolívar, en El general en su laberinto. Por la misma razón no se entiende como en el mismo conversatorio sostuvo que “El Otoño del Patriarca parece una caricatura de García Márquez, la novela de alguien que se está imitando a si mismo.” ¿García Márquez imitándose a si mismo en una novela dedicada a los dictadores latinoamericanos? No parece concordar con la realidad la tesis de que hubiera escrito esta novela -y cualquiera de sus obras- con base en pálpitos e intuiciones cuando en algunas universidades se estudia la técnica del monólogo utilizada en la misma. García Márquez no escribía novelas en serie, en cambio no hemos terminado de leer una de Vargas Llosa cuando ya se anuncia la siguiente.
No se sabe mucho del conocimiento que Gabo hubiera podido tener de disciplinas distintas a la literatura, como la filosofía, la historia, la psicología o del universo amplio de las ciencias sociales.
Todo el mundo sabe que García Márquez era un autodidacta. Recordemos que solo cursó unos años de Derecho de cuyas facultades desertó para dedicarse por completo a la literatura y el periodismo. Vargas Llosa, por su parte, estudió Derecho y Literatura en la universidad de San Marcos en Lima y luego hizo un doctorado en literatura en la Complutense con una tesis sobre Cien años de soledad, la obra cumbre del realismo mágico. El escritor peruano ha oficiado de crítico literario, conferencista, académico de la lengua. García Márquez no tenía esas facetas, pero su amplia formación literaria le hubiera permitido cumplir con esos roles.
Lo que otros creen es que Gabo tenía su propio método producto del conocimiento de la técnica y la destreza con que los grandes escritores, hasta bien entrado el siglo XX, habían escrito sus obras. En las universidades no necesariamente se aprende a ser buen escritor, o un gran novelista, porque ello es producto del talento de cada quien, como queda dicho; en los centros académicos se explica cómo hicieron los grandes para escribir sus novelas.
Los comentarios del Nobel peruano sobre el Nobel colombiano -que debió hacerlos en vida del segundo- traslucen cierto tufillo a rivalidad que pudo haber sido la causa real del rompimiento entre ambos escritores.