El aislamiento social y el cierre de economías no deben llevar a que los países se escondan del resto del mundo. La pandemia no puede ausentarnos de la globalización.
Gobiernos tienen responsabilidad política y mandato social de proteger a sus ciudadanos, pero sin aislarse del mundo. Eso equivaldría a ir solos en el tren siniestro de la pandemia.
Convendría que las naciones emergentes vayan de la mano de países ricos exitosos en manejo de la pandemia.
La distancia entre personas para no propagar contagio no debe extenderse a las relaciones internacionales.
Existe el peligro de que países que se enfrasquen en el control del nuevo coronavirus sin mirar al exterior, se vean solitarios cuando se restablezca el nuevo mundo.
El libre comercio internacional, competitividad, productividad, cambio climático, defensa del medio ambiente, biodiversidad, ecología, asistencia financiera contra pobreza y profundización de exportaciones y seguridad alimentaria; deben prevalecer para todos.
La sincronización de modelos económicos globales que han prosperado para mantener a flote mercado de capitales, políticas de empleo y herramientas de fomento al emprendimiento; deben continuar cuando reinicie el planeta tierra.
Países en desarrollo con medianos y escasos recursos para encarar pandemia, necesitan en mayor medida ir de la mano del resto del mundo.
El ataque del virus no puede llevarnos a las cuerdas en un escenario donde la comunidad internacional predomina en términos de intercambio y cooperación.
Se podrá hacer bien la tarea y al final de esta dura travesía poner a salvo economía y salud. Sin embargo, requerimos el vínculo con el mundo, no cerrarnos ni confinarnos al exterior.
Cuando estemos en un nuevo comienzo y hagamos el balance final, van a estar mejor preparados los países que contuvieron el coronavirus sin desentenderse del mundo.
En Colombia vivimos una sucesión de anuncios sobre ayudas a renglones económicos y confinamiento social. Pero no es suficiente. Hay que tener en mira las grandes ligas para cuando venzamos la enfermedad, contemos con aliados.
De ninguna manera debe haber retrocesos en modelos económicos globales que han cimentado crecimiento y desarrollo, aún con altibajos.
No al proteccionismo, no a restricciones en exportaciones ni trampas comerciales como el dumping. Lo que viene tiene que ser producto mejorado.
No al contrabando que causa pobreza y pérdida de ingresos.
No a la evasión fiscal ni a paraísos fiscales que no declaran patrimonios.
No al desabastecimiento agropecuario en países con agricultura extensiva, pero afectada por disparejos tratados de comercio.
Hay dos tareas a seguir y ambas imponen solidaridad, fraternidad, ambición y expectativa. Vencer el contagio con anticuerpos o la vacuna que el mundo aguarda y mantenernos conectados con el exterior.
Todo esfuerzo logístico, científico y financiero para salvar vidas e ir normalizando la actividad productiva tendrá mayor sentido si no renunciamos a la globalización por inacción.
Seguramente este jueves hay cientos de miles de hombres de negocios en el mundo reinventando, repensando empresa.
Cuando vuelva la ‘normalidad’ será menos difícil reiniciar si encontramos abiertas las puertas del nuevo mundo.
No nos desconectemos.