Comunismo

Sábado, 29 de Diciembre de 2018

La humanidad ha enfrentado múltiples peligros, (no cesarán), uno luce desaparecido, el comunismo, pese a que aparentemente sobrevive en China, como herencia de Mao; véase el caso de los multimillonarios de tal nacionalidad: tal hecho se aparta de los principios originales. ¿Será necesario considerar la posibilidad, a largo plazo, de una sustitución plena del comunismo por el capitalismo? o ¿se hablará del “capitalismo de Estado”?

En estas líneas se tienen presentes determinadas situaciones y personalidades relacionadas con el tema; se comienza por la primera guerra mundial y Vladimir Ilyich Lenin (1870-1924), cuyo verdadero apellido era Ulyanov. A fines del conflicto mencionado, los comunistas se han tomado el poder en Rusia y firman el tratado de paz de Brest-Litovsk,  en marzo 3, 1918, con Alemania. Viene la guerra civil acompañada por intervención extranjera y el resultado final es la consolidación de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Lenin se enferma, Trotsky es el más brillante de sus lugartenientes pero es un converso reciente y, por ejemplo, Zinoviev y Kamenev tenían más prestigio. Surge Stalin quien había construido pacientemente su posición, expulsa a Trotsky de la URSS y después ordena asesinarlo, lo cual tuvo lugar.

En la actualidad se entiende que el cadáver embalsamado de Lenin sigue en exhibición, la memoria de Stalin debilitada por Nikita  Kruschev pero cabría preguntarse  si fue, o no, el máximo triunfador de la segunda guerra mundial al consolidarse la URSS con la adición de Europa Oriental. Cabe mencionar la existencia de un texto muy ilustrativo: Stalin (José Janés, Editor, Barcelona, 1956) por León Trotsky. La obra citada es notable al considerar la dimensión y trayectoria de los personajes y se agrega V. I. Lenin. Contra el Revisionismo (Editorial Progreso, Instituto de marxismo-leninismo adjunto al CC del PCUS, Moscú, 1967). Desagrada, en Vladimir Putin, su trayectoria en la KGB.

Personalidad notable es Mijail Gorbachov. Llega a ser el ejecutivo máximo de la URSS en época compleja, debe emprender delicadas tareas para la supervivencia del sistema mediante políticas económicas. Logró arreglos satisfactorios con el Occidente pero, a la larga, se ve obligado a renunciar por presiones internas y se llega al cese de URSS en 1991.  Su evolución política es entendible, puesto que pasa del comunismo a la socialdemocracia. Sin embargo ocurre algo desconcertante: Eric Hobsbawm (1917-2012) se declara comunista, en ¡Viva la Revolución! (Crítica, Editorial Paidós, Argentina, 2018) y lo reafirma Leslie Bethell en el prólogo; la causa podría ser la factibilidad aparente de la transición del comunismo a la revolución social.