Con mucho tiempo de anticipación han iniciado las campañas y alianzas electorales para la Presidencia de la República. Falta casi un año para las elecciones al cargo de presidente y, si bien no se han lanzado oficialmente las candidaturas, para todos es conocido que ya están en el radar de la opinión pública varios nombres. Entre ellos están los ex-Vicepresidentes de los gobierno de Juan Manuel Santos y de Ernesto Samper, Germán Vargas Lleras y Humberto De la Calle, distintos senadores como Iván Duque, Roy Barreras, Jorge Enrique Robledo y, Claudia López; los ex ministros: Clara López, Juan Carlos Pinzón, Luis Alfredo Ramos y Martha Lucia Ramírez; Alejandro Ordoñez (exprocurador), los exalcaldes Sergio Fajardo y Gustavo Petro. No dudo que en un futuro próximo aparecerán otros nombres más.
Así las cosas, es evidente que la baraja de candidatos es diversa y extensa y habrá de dónde escoger. Desde aquellos que se han hecho conocer por sus ejecutorias en la vida pública y privada hasta aquellos que con teorías populistas desean llegar a ser el primer mandatario de la Nación. Pero, lo que no cabe duda, es que la situación del país y la percepción de la opinión pública actual son muy distintas a aquella de los tiempos pasados. Los partidos políticos están pasando por una crisis de credibilidad y desprestigio. Muchos de líderes políticos en el Congreso de la Republica son vistos como inferiores a la responsabilidad que se les otorgó y que el presente les exige. La crisis de credibilidad del Gobierno es muy grande. La polarización del país se ha incrementado y hasta odio se ha sembrado en ella. Para nadie es un secreto que la situación de la economía nacional no está pasando por su mejor momento, que el consumo ha bajado, las exportaciones han decrecido, el incremento en el endeudamiento externo, el precio internacional del petróleo ha disminuido y la producción interna como las reservas se han deteriorado, los nuevos impuestos vendrán por la situación fiscal de la Nación, los presos tienen congestionadas las cárceles del país llevando a que se frenen las órdenes de captura por la imposibilidad de recibir más presos; la inseguridad en las ciudades es notoria y peligrosa y la incertidumbre de los colombianos es cada día mayor.
Lo más preocupante es que cuando escuchamos a los distintos candidatos vemos que las alianzas que intentan construir en la mayoría de los casos se basan sobre la mecánica política y no reflejan un programa de ideas. En otras palabras, se actúa como si estuviéramos en el pasado y no fueran conscientes de la crisis nacional que vivimos, la incertidumbre en que estamos y el desprestigio de la clase dirigente. Necesitamos que los gobernantes abandonen la mezquindad y el egoísmo y que, antes de pensar en sí mismos, piensen en el país y construyan ideas, programas y compromisos. Solo así podremos conciliar posiciones y enfrentarnos todos a sobrepasar las dificultades y construir unidos el país con que soñamos y el que necesitamos para el futuro; aquel en el que impere el orden, la institucionalidad, la equidad, la justicia y el desarrollo en todo el territorio nacional.