Voy a referirme al tiempo de los últimos 50 presidentes colombianos durante 122 años de gobiernos democráticos, desde 1900 hasta 2022, con una sola interrupción que fue el gobierno de facto del General Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), reemplazado por una Junta Militar (1957-1958).
Colombia ha sido ejemplo en el continente de fortaleza democrática, aun con innumerables problemas por los que la nación ha atravesado: violencia política, guerrillas, paramilitares, narcotráfico, delincuencia, parapolítica, corrupción y otros tantos males que han afectado el progreso y desarrollo. Pero ante los anteriores males el país ha venido construyendo un sistema democrático fuerte que parte de las Constituciones de 1886 y 1991, provenientes de las anteriores en el inicio de la época republicana. Igualmente, la consolidación del bipartidismo que durante décadas manejó los destinos de la nación. Luego vino el surgimiento de nuevas propuestas partidarias, algunas de ellas han tomado fuerza ante el desgaste natural de los partidos tradicionales, pero sin que estos se hayan extinguido, por lo contrario, aun con disidencias y nuevas expresiones liberales y conservadoras, los partidos Conservador y Liberal mantienen un poder político real.
Colombia no ha sido escenario de sistemas políticos espurios y degradantes como si lo han sido varios países del continente. Aquí se ha respetado el Estado de Derecho, la separación de poderes y las fuerzas militares han sido respetuosas de la Constitución e institucionalidad. Nuestros presidentes han terminado sus mandatos en los periodos asignados en su gran mayoría, habiendo existido renuncias o deposición del mandato, pero por vías democráticas, salvo el golpe de estado de 1953.
La gran mayoría de nuestros presidentes que precedieron el poder, vivieron normalmente después de sus mandatos, es decir ni presos o exiliados, unos murieron en paz y otros viven en libertad, algunos cuestionados por hechos que empañaron su gobierno, pero ahí están.
Todo lo anterior indica que Colombia es un país con fortaleza democrática, en vías de perfectibilidad; por ello en estas elecciones el país se juega su democracia, pues ante la amenaza de un posible gobierno seudosocialista y populista, interrelacionado con fuerzas desestabilizadoras y criminales, con intenciones de abolir la democracia para tomar medidas que afecten la estabilidad política y económica, el progreso y bienestar ciudadano, para perpetuarse en el poder y llevar a la población a la dependencia y miseria como ha sido la experiencia venezolana.
En esta oportunidad creo y confío que la fuerza política democrática, la sensatez del pueblo colombiano y la solidez institucional venzan la amenaza, preservando al país y derrotando esa intención perversa que es real y podría alcanzar su objetivo para desgracia nuestra.
Aun con los errores de muchos gobiernos anteriores y la fatiga política que hace que mucha gente, más por reacción que por convicción, terminé alineándose con esa propuesta, sin tener en cuenta que Colombia ha sido un ejemplo de desarrollo y crecimiento, favoreciendo a las clases más necesitadas otorgándoles subsidios. Falta mucho, pero hemos avanzado en tan solo 200 años de historia republicana. Colombia es una fortaleza democrática.