La idea de cómo se está comportando nuestro Señor Presidente nos tiene bastante confundidos; buena parte de los colombianos de sus gobernados desean que le vaya bien. No hemos logrado definir su manera de actuar y así como estamos de acuerdo en que debe acabar el lio que ha dado en llamarse la mermelada, como una manera de repartir entre sus adherentes y también entre quienes no lo son para que lo sean, el presupuesto nacional para que se contenten con eso y sirva para obtener resultados positivos.
Esa clase de mermelada, entendida como la distribución complaciente de las ventajas de estar cerca de las mieles de recursos nacionales sí parece que nadie la quiere. Si recordamos el origen de la expresión mermelada es la manera como un conocido Ministro de Hacienda hizo un símil para distribuir las regalías que se sucedían por la explotación y el uso de recursos naturales propiedad de todo el país para otras regiones que no habían sido tan favorecidas por la naturaleza; su uso estaba concentrado exclusivamente en las zonas en donde estos se hallaban concentrados que eran unas pocas regiones del país. Así se abrió paso a la redistribución de los ingresos derivados de las regalías que quienes explotaban los recursos naturales, estaban obligados a pagarle a la nación.
El símil tuvo éxito y el congreso lo entendió muy bien y así las regalías se están redistribuyendo con el útil símil que se utilizó. Nuestra habilidad semántica, sentido de la oportunidad y también del humor convirtió la expresión mermelada como la obligación de hacer partícipes en forma corrupta en diversas situaciones volvió este procedimiento como una manera de cohonestar el desvío de los recursos nacionales en muchos casos para beneficio de unos pocos. Este procedimiento obviamente que no cuenta con el beneplácito de la ciudadanía por lo cual ha apoyado sin reservas esta política.
Los parlamentarios estaban acostumbrados a obtener ventajas presupuestales para sus regiones, lo cual se fue convirtiendo en cierta manera en el precio por el cual respaldaban las iniciativas gubernamentales en el Congreso donde ellos tienen la capacidad decisoria, que se ha visto notoriamente vacilante. Se dice que la mermelada se acabó, en otras palabras, no hay discusión y aprobación lo cual obviamente no significa que los parlamentarios estén ávidos de mermelada. Lo que sí parece que está haciendo falta es una coalición de las fuerzas políticas que se comprometan con las políticas del Ejecutivo que respondan si es del caso, en forma decidida a sacarlas adelante.
Es desde luego una tarea que deben llevar adelante los partidos políticos representados en el legislativo con la colaboración de los ministros del gabinete que deben ser unos auténticos voceros de las fuerzas políticas en el legislativo. No se pretende que unos y otros sean enemigos, sino que los ministros pongan toda su capacidad a favor de las iniciativas gubernamentales en el Congreso. Allá no se pueden quedar expósitos los proyectos por buenos y saludables que sean para el país.