Catalina y su Paraíso perdido | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Febrero de 2023

Rogar auxilio a la inoperante 123, denunciar ante aquella jefa de Control Interno que plagió su tesis con la expresidenta de la Cámara de Representantes, o confiar en las apadrinadas Fiscalía y Corte Suprema de Justicia, parece absurdo.

Diversos órganos del poder crearon la “Comunidad del Anillo”; tras una cacería de brujas, la Procuraduría falló porque no descubrió a la red de sodomitas in fraganti. Pasaron tantos años como Círculos del Infierno, y, durante el Día de los Inocentes en el país de la narcopolítica, el autor de Sin Tetas No Hay Paraíso desnudó otro chisme de acosos sexuales perpetrados por sus pares.

Irresponsable, sólo pretendía convertirse en tendencia, pues no formalizó ni sustentó sus acusaciones. Indignante, Ana Bejarano, exsecretaria privada del MinJusticia y profesora de derecho de la Universidad de los Andes, confesó haber atestiguado abusos parlamentarios, a cambio de favores laborales, y no hizo nada (CambioColombia.com, 15/1/2023).

Entre tanta hipocresía ideológica, moral o profesional, el embajador nominado por Petro, para una federación petrolera donde convalidan el maltrato a las mujeres, había sido acusado por acoso en la Javeriana.

La relación Paraninfo-Firma tampoco fue color rosa en Legalmente Rubia (2001). Y ni siquiera los inquisidores modernos, los medios, han sido absueltos; muchas feminazis recomendaron El Escándalo (2019), aunque la corrupción de las protagonistas desvirtuó su victimización: se prestan al chantaje mientras duran sus 15 minutos de fama, y luego extorsionan prometiendo mantener confidencialidad.

Nadie tira la Primera Piedra. Alex Flórez evadió el pelotón de fusilamiento. Acaso el “pacto” de silencio constituya una Jurisdicción Especial para la Prostitución, JEP, donde no habrá verdad ni justicia, pero garantizará la repetición a tantas personas arribistas o trepadoras, dispuestas a legitimar tantas aberraciones socioeconómicas.

Catalina: pérfida soñadora del Paraíso Perdido, antes de someterte a esa pruebita de selección, piensa si deseas ser objeto de Cata; y, si decides poner Precio de Reserva a tu dignidad-honor, analiza la Paradoja de la Subasta de Shubik (The Journal of Conflict Resolution, 1971), que adapto a continuación: imagina que rematan $1 billón; quien entre a la puja, deberá materializar la última oferta que haga, teniendo en cuenta que sólo se aceptan múltiplos del salario mínimo.

Preguntas, ¿Cuánto pagará quien se adjudique el premio? y ¿Cuánto recaudará en total la subasta?; experimentos previos establecieron que el “ganador” destruye valor, superando el precio estimado, porque todos los involucrados incrementan la apuesta, intentando minimizar sus pérdidas.

Tal como sucede con la corrupción, “untado el dedo” será tarde para arrepentirse, pero no para evitar untarse “la mano”. El Vaticano pecó, no confesó y tampoco subsanó. En el profanado Congreso la palabra que más se escucha es “marica” o “hijueputa”. Y, de puertas hacia fuera, la impunidad en torno a la mercantilización laboral, la violación de derechos y el acoso en las empresas, seguirán pasando de agache.

Acojan el superficial protocolo de la cancillería: no escotes ni descaderados en ambientes tan tóxicos (faltó ordenar toca o burka). Por mi parte, recomiendo que dejen de leer Sombras de Grey; intenten con El Satiricón de Petro-nio.