Arte bajo las estrellas
Hace pocos días en El Tiempo se anunciaba la presentación de artes escénicas en el Parque Nacional de Bogotá, “como lo hacen en Galeras desde hace 150 años”. Pocos meses atrás el Ministerio de Cultura escogió a Galeras como sede de la “Mesa Regional del Caribe”, convocada para el rediseño del Plan Nacional de Cultura. Fue un homenaje a los cuadros vivos. Con este nombre bautizó su última exposición el pintor cordobés Cristo Hoyos, en reconocimiento a los artistas de Galeras. Tales hechos corroboran nuestra afirmación “que los cuadros vivos son hoy la gran noticia del arte popular colombiano”. Y, los sabíamos desde siempre.
¿Dónde queda Galeras? En el Departamento de Sucre, al final de las sabanas y al principio de las aguas. Allí se funden esas dos culturas míticas dando lugar a la suma de la creatividad del sabanero andariego y la imaginación exuberante del ribereño tozudo y fabulador. Ese es el contexto cultural propio de los cuadros vivos, que conservan tanto la frescura expresiva del arte ingenuo, como su capacidad de asombro, la que nos deslumbraba desde los días primaverales de la adolescencia.
La singularidad es, tal vez, su principal virtud. No se da en ningún otro sitio de muestra geografía. Desde sus orígenes religiosos (vestir reyes, se llamaban antaño esas festividades) han saltado hasta la irreverencia, la sátira y la picardía. En su evolución hacia la modernidad no han perdido la hermosa autenticidad de los comienzos. Al lado de los nuevos creadores, subsisten, con tenacidad y orgullo los viejos hacedores de cuadros, esos que señalaron el camino, los que nos enseñaron a admirar la destreza avasallante que surge del patio, de la calle, de los caminos, de la amistosa vecindad, y que han logrado legar una herencia de tal riqueza, que ya han merecido el reconocimiento como patrimonio cultural e inmaterial de la nacionalidad.
Las “calles vestidas” con los “cuadros vivos” concitan la atención de todo el pueblo que se aglomera, pasea, aplaude, discute. Son familias enteras cogidas de la mano, todas con el rostro alegre que refleja un espíritu satisfecho y feliz. Con razón se ha dicho que los “cuadro vivos” son como una galería de arte que visitan cada noche más de cinco mil personas. Y vienen, también, críticos, curadores, museistas, antropólogos, cineastas, novelistas, poetas, pintores, cultoras de fotografía artística, narradores, periodistas, ministros, quienes se dedican, después, a esparcir la buena nueva, por toda Colombia a la manera cantada de los juglares castellanos.
Es tan intensa la participación popular que logra el milagro de que el campesino nuestro, individualista y dado a mirar el cielo en la soledad de su pequeña parcela, al llamado de la belleza del arte de su pueblo, se entusiasma, baila cumbia, canta décimas, bebe ron y se trasforma en un ser solidario, comunicativo, espontáneo y compañero.
Todo esto sucede en Galeras, en las tardes - noches de enero, al final de las sabanas y al principio de las aguas, iluminados por las estrellas que danzan al sonido de gaitas y tambores. Vengan a visitarnos, para que impulsen nuestro sueño, que vuela ahora hacia Bogotá…, París…, la Unesco…