Carlos Holmes Trujillo G. | El Nuevo Siglo
Domingo, 14 de Junio de 2015

EN CUBA

Suspender temporalmente conversaciones

Los   constantes actos de terrorismo que han cometido las Farc en días recientes colocan el proceso de diálogo en La Habana frente al peligro real de que sea imposible mantenerlo.

Cuando se hacen afirmaciones como ésta se corre el riesgo de ser llamado enemigo de la paz, desde luego. No importa.

De lo que se trata es de seguir insistiendo en que el esquema de conversar en medio de la violencia es insostenible.

Y, asimismo, de sugerir caminos para evitar que el presidente Santos se vea obligado a pararse de la mesa, debido al rechazo ciudadano a los crímenes de las Farc al mismo tiempo que hablan de paz.

¿A Colombia le conviene seguir por el mismo camino que ha conducido al fracaso en el pasado?

¿O es mejor hacer una pausa para construir, mediante acuerdos, unas condiciones que hagan posible la continuación de las conversaciones? La respuesta no parece difícil.

Sin embargo, tampoco es sencillo adoptar la actitud apropiada, que es, sin duda alguna, parar por un tiempo el carro para hacerle las reparaciones que se necesitan.

Hoy se está en uno de esos momentos históricos que reclaman del gobernante coraje, serenidad, humildad y un gran liderazgo.

Si se carece de dichas condiciones, o lo que prevalece es el alejamiento de la realidad, que en veces ataca a los presidentes como una enfermedad, terminan triunfando la soberbia, el desdén y el facilismo.

Cualquiera de ellos es inmensamente dañino para la nación.

Por lo tanto, en la coyuntura actual, lo sensato es suspender temporalmente el funcionamiento de la mesa en La Habana.

¿Para qué?

Pues con el propósito de ponerse de acuerdo acerca de un nuevo marco para el desarrollo de los diálogos, a fin de que sea posible discutir, en un ambiente que les dé confianza a los ciudadanos, posibles entendimientos aceptables para el país y sostenibles.

Si el Gobierno resuelve hacerlo todos tendríamos el deber de respaldarlo.

Pero, para que no nos llamemos a engaños, sería necesario un proceso de consulta previa con las distintas fuerzas, tanto sobre el paso de la suspensión como en relación con las nuevas condiciones que se plantearían.

Alrededor de las posibles acciones que aquí se sugieren es indispensable que las Farc tengan claridad sobre lo siguiente: para nadie es un secreto que existen profundas diferencias entre la oposición y el Gobierno respecto de la manera como se ha conducido el proceso hasta el momento.

Pero, también hay un acuerdo de hecho sobre el rechazo al terrorismo y a la pretensión de que se acepte que esa organización ha tenido y tiene el derecho legítimo a cometer todo tipo de delitos y acciones criminales.

¡Que no se equivoquen!

La inmensa mayoría de los colombianos no acepta que se trata de “un proceso de paz entre dos partes iguales”, y tampoco que estamos en una “guerra con profundas características políticas y el principal responsable es el Estado”.

La gente que quiere la paz está dispuesta a abrir espacios de entendimiento con generosidad, pero no a que se pretenda obligarla a aceptar como resultado de la mesa lo que se ha buscado imponerle mediante el terrorismo atroz.

Si bien es verdad que en Cuba los interlocutores son el Gobierno y las Farc, la verdad es que todos los colombianos están vigilantes y al final serán éstos los que digan la última palabra.

A todas luces, entonces, y con el objetivo señalado antes, lo que conviene es suspender, urgentemente, de manera temporal, las conversaciones con las Farc.