CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Junio de 2014

Interrogantes estratégicos

 

Entre la primera y la segunda vuelta de la contienda por la Presidencia, casi 4.5 millones de colombianos se sumaron a la principal bandera de Santos: las negociaciones de paz con las Farc y el Eln. Este salto cuantitativo sin precedentes en la historia electoral del país ha dado pie para una buena cantidad de análisis de los factores que -a manera de inferencia- más pudieron incidir en el triunfo electoral del Presidente-candidato.

A esos análisis quiero contribuir resaltando dos factores. Por una parte en los debates televisivos y en sus posturas Santos se mostró más convencido y por ende más seguro y dueño de sí que Zuluaga, hasta el punto que las incoherencias que se percibieron durante su ejercicio de gobierno y aún en la campaña antes de la primera vuelta, quedaron relativamente olvidadas para muchos. Por otra, el tener en el trasfondo de su discurso el criterio de que en Colombia lo que hay es un conflicto armado -y no solo una amenaza terrorista- le permitió de manera más creíble estimular (y hay que decirlo, también manipular) el “pacifismo” que encontró eco en la mayoría de los líderes de la izquierda democrática que se sumaron a su campaña y en independientes como Mockus y varios intelectuales, todo lo cual atrajo una buena cantidad del denominado “voto de opinión”.

Pero el sentimiento por demás lógico en favor de la paz, o mejor, la opinión mayoritariamente favorable al “cómo lograrla” (la estrategia) que ha venido implementando, requiere importantes reajustes en la órbita de la conducción político-estratégica de la cual es el primer responsable, so pena de que ese sentimiento vaya transmutando paulatinamente de favorable a escéptico o peor, a contrario. Dichos reajustes se derivarían de las respuestas que se dé a los siguientes interrogantes:

¿Cómo evitar que mientras se negocia la terminación del conflicto con las guerrillas, las acciones violentas -ilegales de las guerrillas y legales de las FF.MM.- sigan afectando física y/o sicológicamente a la población civil?

¿Es adecuada la prioridad estratégica del Plan “Espada de Honor” consistente en dar de baja o neutralizar los principales jefes guerrilleros? ¿Cómo acoplar de mejor manera la estrategia política con la militar? ¿De qué manera introducir en la agenda de negociación los ingredientes del “cómo” alcanzar la paz, planteados por la campaña de Zuluaga? ¿Cómo lograr en el país un ambiente político-militar favorable para que a los jefes guerrilleros les entre un afán sano por llegar a negociar el punto final de la agenda y firmar los correspondientes acuerdos?

Por último, pero no menos importante, conviene tener en mente que el estado de ánimo operacional de las FF.MM. -expresión de su moral- se deriva de una causa clara y justa por su bondad moral, de donde se pueda desprender la “fe en la causa” ¿Es suficiente para esta aquello de que “la paz es la victoria”?