Carlos Alfonso Velásquez | El Nuevo Siglo
Lunes, 27 de Abril de 2015

¿La lógica detrás del absurdo

 

Entre lo que va quedado claro después de la dolorosa muerte de los soldados en el Cauca, lo más relevante es que el ataque de las Farc, violando su compromiso de tregua unilateral, fue una especie de bumerán contra la confianza que paulatinamente habían venido ganando con varios gestos expresivos de su voluntad de negociar la terminación del conflicto armado.

Las reacciones de indignación (las sanas) de varios sectores de la opinión pública, tienen en común el sentimiento de frustración. Como si dijeran “cuando se percibía que ¡ahora sí se acercaba la paz! cae un baldado de agua, no fría, sino helada”. Por esto fue contundente la declaración de Humberto de la Calle: “El problema de las Farc hoy es con la gente. No con los militares. No con la llamada oligarquía. No con los políticos”. 

Pero lo que no ha quedado claro y probablemente solo se aclarará después de que termine la actual negociación, si termina, es la lógica que pudo gravitar detrás del absurdo ataque. Al respecto, dos hipótesis se han ventilado en los medios: 1. la rueda suelta que por cualquier o varias razones decidió planear y ejecutar el ataque, y 2. la orden, o luz verde, vino de la máxima instancia de decisión de las Farc con el propósito de presionar el cese del fuego bilateral.

Pero si en efecto el ataque fue aprobado desde arriba, hay una tercera hipótesis que no ha sido ventilada al menos públicamente. Esta es la de que el propósito subyacente fue el de enviar al Presidente (¿y al país?) un mensaje diciendo algo así como “pese a los apoyos que recibió en la Cumbre de las Américas de Panamá, el proceso en La Habana no es irreversible y puede fracasar, entre otras razones, porque el ‘establecimiento’ insiste en llevarnos a la cárcel”.

En sustento de la última hipótesis habría dos indicios principales. La oportunidad política representada por lo acontecido en la cumbre de Panamá (actuación de Castro. Obama y todos apoyando el proceso de paz) permitía prever que el ataque iba a tener eco en todo el mundo. El otro: que en todas las últimas declaraciones públicas de las Farc, sus voceros no han dejado de hablar de “la maleza jurídica” que les representa la justicia transicional tal y como está demarcada por el “Marco Jurídico para la Paz”.       

Lo único cierto es que el punto que se está negociando requiere que de la mesa salga un consenso mínimo pero con sustancia sobre el enjuiciamiento de un pasado sobre el cual las víctimas, y, en general, los colombianos esperan verdad y responsabilidades. Y de todas maneras lo del Cauca fue un bumerán para las Farc.