CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI | El Nuevo Siglo
Viernes, 17 de Mayo de 2013

Procuraduría v. s. Fiscalía

 

Nada  positivo para el país puede esperarse de haber trasladado el debate sobre la paz a un escenario de tinte personal entre elprocurador Alejandro Ordóñez y el fiscal Eduardo Montealegre.  Y más delicado aún, sin que nadie se los haya pedido. Independientemente de la importante función que desempeñan, la cual por supuesto nadie discute, se les exige discreción. Por eso, nada bien está que hayan resuelto recurrir a los micrófonos a hacer protagonismo.

Mientras uno de los aspectos mas importantes de las conversaciones en La Habana es haber contado con la prudencia de los medios de comunicación, en estos momentos el debate entró en el terreno de los discursos y de los agravios, de parte de estos dos funcionarios públicos, dando pie al amarillismo y sirviendo de caja de resonancia de los políticos tanto para quienes están a favor o en contra del proceso.

Juiciosas o no sus declaraciones, con razón o sin ella, ahí verá cada quien como quiera interpretarlas, no dejan de dar la apariencia de ser posiciones personales al amparo de la investidura que ostentan, convirtiéndose en comentarios que predisponen a unos y a otros de los ciudadanos colombianos, respetuosos de esas dos dignidades.

Vendrá el momento de consultar a la Procuraduría y a la Fiscalía cuando les corresponda actuar sobre los expedientes que sean de su competencia. Pero por ahora, es mejor que se dediquen a su trabajo rutinario que seguramente será mucho. Por supuesto, no se trata de aceptar una negociacióna costa de la justicia, pero tampoco podemos permitir que sin haber un pronunciamiento oficial y definitivo al respecto,  polaricen la opinión y enciendan los ánimos.

Imprudentes por decir lo menos, cuando esperamos con gran expectativa el resultado del trabajo de una Comisión de representantes del Gobierno designada para el efecto, con la participación de personas supuestamente muy bien calificadas y en condiciones de tomar las decisiones mas adecuadas para bien del país.

Ya lo habíamos anotado en esta columna,” La paz es cuestión de actitud, tacto, prudencia y sabiduría, no de reacciones emocionales, bravatas, desplantes o fanfarronadas”, centrando toda la atención en una agenda previamente determinada. Mucho más, teniendo en cuenta que no es de ellos, el Procurador y el Fiscal, de quienes depende la decisión final, si fuese así entonces las negociaciones no tendrían sentido.