Uribistas y santistas
Pareciera que la política hoy día en Colombia ha llegado a un grado de simpleza tal, que lamentablemente resolvió polarizarse entre uribistas y santistas, producto de la escasez de opciones; si es que no también, debido al desentendimiento total de las generaciones de relevo cuya responsabilidad de convertirse en alternativa pareciera no importarles. Todo ello, consecuencia igualmente, de la falta de iniciativa y desaliento de los partidos por mantenerse actuantes frente a la realidad del país y a la indisciplina de los mismos, en la medida en que muchos de sus integrantes optaron por migrar hacia fórmulas personalizadas e ideológicamente indefinidas.
Los hechos así lo demuestran, tanto que ahora se anuncian "candidatos de Uribe" para enfrentar a Santos, esquema inspirado en las personas y no en los partidos; ni siquiera en el de la U, de donde se supone provienen los dos, en alguna época liberales. Partido de la U, sobre el cual tampoco pareciera haber mucha claridad acerca de su futuro, ni sobre su línea de acción inmediata, al anunciarse la llamada “Constitución” del Uribismo, base de otro embeleco denominado "Centro Democrático".
En ese orden de ideas, los partidos tradicionales continúan en medio del más pasmoso letargo, a la expectativa de los que se fueron, o dependiendo de posibles coaliciones como la propuesta por Marta Lucia Ramírez entre el "Partido Conservador y el Puro Centro", con la posibilidad de contar también con el apoyo de Uribe.
De otro lado, a la candidatura del presidente Juan Manuel Santos que ya es un hecho, pues no podría afirmarse lo contrario si tenemos en cuenta que prácticamente se encuentra en campaña por la forma como ha distribuido el gasto público y por su esmerado afán de participar en reuniones que le faciliten contacto con sus potenciales electores, solo le falta que las directivas del partido liberal le ratifiquen su apoyo luego de sus inocultables coqueteos, para quedar plenamente planteada la contienda entre uribistas y no uribistas, o santistas y uribistas, que aunque haya simpatías según el gusto de cada quien, es evidente la crisis institucional de los partidos, fundamentados en la historia y en los hechos socioculturales y políticos que configuran los pilares de la democracia de un país, dándole paso a los caudillismos, efímeros como todos los mortales, producto de la terquedad y los caprichos individuales, y en contravía de la organización política y programática de largo alcance y de interés general.