ECONOMÍA Y POLÍTICA
Institucionalidad gremial
“Instituciones, soporte de la estructura de la Nación”
No puede ser que los rencores, los odios personales o las desavenencias políticas, ni mucho menos la actitud genuflexa y supeditada al trueque de simpatías, muchas veces hipócritas, o de prerrogativas efímeras para cautivar opinión y provocar la división y el resquebrajamiento de la institucionalidad gremial, lleguen a convertirse en el patrón dominante hoy día en Colombia.
Precisamente, cuando más se requiere de la participación ciudadana sin exclusiones en el nuevo direccionamiento del país. Del dialogo y las opiniones en medio de la más cordial compostura y armonía.
Se trata esta, entonces, de una voz de alerta para fortalecer la unidad gremial y una invitación al Gobierno a la reflexión, para que reconozca el disenso como un derecho de estos, sobre todo dentro del marco constitucional y legal.
La independencia de pensamiento y la autonomía para organizarse y actuar, son principios básicos del ejercicio gremial, a nivel universal, en la lucha por el beneficio de sus representados.
La vocería objetiva, sin favorecimientos ni premeditaciones perversas, constituyen la materia prima para construir y ejercer un liderazgo representativo y confiable.
En consecuencia, las autoridades gubernamentales están llamadas a preservar y hacer respetar la asociatividad, como una forma de aunar esfuerzos y tener acceso a un método de interlocución válida.
Es función suya escuchar y atender, sin discriminación alguna, sus preocupaciones y exigencias, y ofrecerles solución y alivio mediante acuerdos entre las partes.
En tiempos difíciles como los actuales y particularmente a raíz de lo que nos depara el posconflicto y la vinculación de sus actores en la dinámica cotidiana por venir, los gremios deben estar consolidados y en condiciones de participar y defender sus propósitos del brazo de los organismos oficiales y mediante programas que les garanticen su integridad y permanencia.
Es por ese motivo que desde ahora hay que tener en cuenta a los voceros gremiales y asegurar para ellos el apoyo y la solidaridad de sus representados.
De manera contraria, seria ceder el espacio conquistado durante muchos años.
Los pesos y contrapesos de la democracia y más concretamente las determinaciones que pudiesen llegar afectar a la comunidad, demandan de espacios y metodologías de conciliación entre el Gobierno y el sector privado a través de los gremios, en procura del bien común y de su sana contribución al desarrollo del país.
Así las cosas, mientras haya personas interesadas en pescar en río revuelto y en auspiciar discordias incitando a que se tomen medidas, no siempre las más apropiadas, no puede permitirse que induzcan al desconcierto e impere la complicidad y el oportunismo, porque si eso llegare a suceder, la historia nos habrá de pasar su cuenta de cobro por haber dejado incurrir en ese gravísimo error estratégico y táctico.
Desde la Edad Media, los gremios han tenido esencialmente un carácter económico y social para velar por la prosperidad y seguridad de los miembros que los integran. En ese orden de ideas, es la institucionalidad la que hay que mantener y fortalecer. Las personas van y vienen, las instituciones son el soporte de la estructura de la Nación.