UNA MIRADA AL PAÍS
Paciencia y desconcierto
“Creciente decepción por lo que está pasando”
Quienes nos damos a la tarea de escribir sobre los hechos que a diario suceden en el país y el mundo, y que preferimos “hablar en buen romance”; o sea, con claridad y sin rodeos, nos cae muy bien escuchar la opinión de la gente del común, del ciudadano desprevenido, del que dice cosas sin temor, del transeúnte, del taxista, del empleado y en general, de todos aquellos que viven una realidad distinta a la del empresario, a la del burócrata o simplemente a la de quien no le falta nada.
Población ésta en su mayoría llena de necesidades, que vota y elige con la esperanza de que al país le vaya bien para que a ellos también les vaya bien y en cuya narrativa, hoy día, comenzamos a observar manifestaciones de desilusión, de desconcierto.
Decepcionados por lo que está pasando sin que suceda nada a su favor.
Ciudadanos que creyeron pacientemente en los anuncios de campaña.
Se trata de varios asuntos, algunos de ellos fuera del alcance del Gobierno, pues la solución depende de factores exógenos como los bajos precios del petróleo y sus efectos en la economía. Que además es un problema mundial.
La devaluación del peso frente al dólar, el déficit fiscal y el recorte de los recursos de inversión.
Mientras hay otros que si tocan más con el reclamo de las gentes. Por ejemplo, el reajuste del salario mínimo por debajo del índice de inflación.
El anuncio del incremento del IVA y una nueva reforma tributaria, a pesar de estar "escrito en piedra" que no habría más impuestos y cuya única justificación sería que sirviera para dinamizar el campo.
El cierre de algunos hospitales de provincia y la quiebra de las EPS. Entre otros temas, sumados a las determinaciones tomadas en contra de la voluntad del pueblo como la venta de Isagen.
Y como si fuera poco, ahora la guerrilla ha resuelto que las Fuerzas Armadas deben dejar las armas como condición para ellos hacerlo también.
Petición además utópica, si consideramos lo dispuesto en la Constitución colombiana que señala como obligación primordial del Estado disponer de unas Fuerzas Militares permanentes para "la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional".
Paciencia y esperanza nos sobran a los colombianos.
Por eso, el parecido de Colombia con el Titanic, dice esa narrativa popular, es que muchos no se han dado cuenta que el barco se está hundiendo y la diferencia es que quienes ya se dieron cuenta, en lugar de hacer algo por resolver la situación, simplemente aplauden