Carlos Alberto Estefan Upegui | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Noviembre de 2015

“Hora de volver a señalizar las carreteras”

EL CONTROL DE TRÁNSITO

Pedagogía de lo absurdo


¿Acaso usted ha pensado cuánto podría tardarse en ir de una ciudad a otra, si únicamente transitara a la máxima velocidad permitida en los avisos de lado y lado  de nuestras carreteras?
Nada más inocuo e inoperante desde el punto de vista práctico, cuando en una doble calzada como la de Bogotá a Silvania por citar apenas un ejemplo, solo hay avisos que autorizan 60, 40, 30 y hasta 20 kilómetros por hora, siendo esa una advertencia que reiteradamente aparece a lo largo de dicho trayecto. Pero lo más absurdo es que nadie la cumple, ni siquiera los agentes de tránsito que con el radar  solo les interesa el que en su velocímetro rebase los 80 o los 100 kilómetros por hora. Sobran los avisos, son tan sin sentido que nadie los obedece.
Ya es hora de volver a señalizar las carreteras y revisar la norma, mucho más tratándose de las dobles calzadas, hechas para agilizar el tránsito y mejorar la movilidad.
Y qué no decir de lo que sucede en algunas vías nacionales que pasan marginalmente por municipios como La Dorada, donde algunos alcaldes aprovechando el alto flujo vehicular especialmente de fines de semana o en puentes festivos, han instalado equipos para el cobro de foto-multas, dirigidas a engrosar sus arcas municipales. Lo cual alguna razón tendría si fuese dentro del casco urbano o se tratara de sus propias vías. O si efectivamente estuviésemos hablando de una real infracción deliberada y malintencionada y no de una especie de trampa, por tratarse de avisos que aparecen caprichosamente y de sorpresa, sin que medien suficientes señales de precaución antes del lugar; viéndose abocado el conductor a reducir la velocidad abruptamente a 30 o a 20 kilómetros por hora, luego que en dichas carreteras el promedio normal oscila entre 80 y 100 kilómetros por hora.
Casos en los que además tampoco esta medida aplica desde el punto de vista práctico, y solo pareciera develar la intención de sacarle plata al turista. Eso para no tener que hablar también del negocio de las grúas y los parqueaderos; o referirnos a la doble línea continua durante tramos tan extensos como ilógicos, con agentes de tránsito escondidos e interesados más en ver quién la infringe que en educar para que nadie lo haga.
Así las cosas, son estos algunos hechos que caracterizan el control de tránsito en Colombia, donde para conducir dicen que es mejor llevar dinero en el bolsillo porque hay más de 50 mil maneras de resolver los problemas.
Si es que no se trata de un comparendo que podríamos llamar para la "pedagogía de lo absurdo," por tratarse de tener que hacer ese tedioso curso en el que se le insiste a la gente en el absurdo asunto que venimos comentando.