CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Septiembre de 2014

La negociación

 

“Tratar o gestionar un asunto para llegar a un acuerdo o solución" es como el diccionario define el significado de la palabra negociar.
Así las cosas, el proceso de negociación de  La Habana debe entenderse como la serie de pasos para acordar y unificar criterios en la búsqueda de la paz como solución.
Circunstancia que conlleva la flexibilización de posiciones, con el fin de aproximar las partes en procura del resultado. De esta forma, no tiene cabida la intransigencia, mucho menos la autosuficiencia ni las actitudes arrogantes o desafiantes. Más bien, es pertinente un listado de compromisos y tareas de orden práctico dentro del marco de lo posible y cuya ejecución se encargue de construir confianza y garantizar el buen éxito de lo pactado. Por supuesto, dentro de una reglas de juego  que brinden las garantías para obrar de conformidad con sus respectivas instancias y procedimientos de verificación.
No es entonces, una determinación unilateral, autoritaria y terca, sino  producto de la concertación y la inclusión. Sin embargo, es aquí donde radican las diferencias de opinión. El país acusa una disparidad de criterios que, a la hora de la verdad, quisiéramos creer, son más de forma que de fondo, si se interpreta la paz como el fin último al que se quiere llegar. “Una paz negociada pero basada en condiciones y no de igual a igual”, dice la oposición.


No obstante, sea como sea, siempre debe haber voluntad y lugar a la comprensión, a la tolerancia y a la conciliación entre todos los colombianos; con mayor razón, siendo en las urnas donde a la postre tendremos que tomar la decisión. Por supuesto, ya hubo un escrutinio que dio como resultado la elección del presidente Santos, la cual podría interpretarse como una aprobación a la paz como meta y una aceptación al método utilizado actualmente. Entre tanto, no debemos olvidar que la diferencia fue muy apretada, lo cual indica que cerca de siete millones de colombianos no piensan lo mismo. Pero aun así,  una vez conocido el texto de los acuerdos, esas cifras puedan variar a favor o en contra.
Ya se hicieron públicos los borradores originales de los acuerdos alcanzados en los puntos 1, 2 y 4 de la Agenda del llamado Acuerdo General para la terminación del Conflicto y la Construcción de una paz estable y duradera.
Es la ocasión entonces, para comenzar a formarse una opinión más real, lejos de las especulaciones y las subjetividades; pero por sobre todo, teniendo como premisa que la paz siempre será mejor que la guerra, aunque haya todavía  quienes persistan en la idea de continuarla.

Resulta más interesante comenzar a prepararnos para el posconflicto y ver de qué forma podemos ayudar a construir una Colombia mejor para nuestros hijos, sin violencia, sin odios y con justicia social. No cabe la idea, mucho menos después de 60 años de lucha armada, de continuar desangrando al país y  causando más dolor a gente inocente. Vale la pena intentarlo.