CONFRONTACIÓN PERSONAL
Continúa el desconcierto
Hace una semana hablamos del desconcierto en la primera vuelta para las presidenciales en Colombia, como una forma de describir la confusión reinante entre los ciudadanos con motivo de la confrontación personal de dos candidatos hasta hace unos días amigos, militantes del mismo partido y con iguales intenciones, pero ahora con discursos diferentes y señalamientos entre sí nada convenientes para el momento que vive el país; mucho menos por las advertencias que cada cual hace en el caso de que su contendor llegase a ganar en la segunda vuelta. Es una campaña centrada en el “contra discurso”o en la “anti-propuesta”, más que en los programas de cada candidato. Las apocalípticas advertencias de uno respecto del triunfo del otro, los hace olvidar del fundamento y la razón del suyo.
En consecuencia, y según la visión de los electores, pareciéramos estar solo frente a dos alternativas, la paz o la guerra, creyendo que quienes voten por Santos lo estarían haciendo supuestamente por la paz y supuestamente por lo contrario si lo hacen por Zuluaga. Entre tanto, pasa a un segundo plano el análisis de la problemática cuyas soluciones realmente se requieren para alcanzarla; es el caso de las injusticias sociales, la corrupción, la concentración de la riqueza, la impunidad, la politización de la justicia y tantos otros desórdenes que hacen de nuestro sistema democrático un ejemplo nefasto para el mundo.
Confunde aún más, que Óscar Iván Zuluaga luego de ganar y decir que no continuaría con los diálogos en La Habana, intempestivamente modifique su posición para hablar de “Paz con Responsabilidad” y así hacer creer probablemente que los diálogos podrían seguir, pero con “mas juicio y cuidado” del que hasta ahora han tenido; y es cuando aparece en las redes sociales el aviso de Paz con la Z de Zuluaga bañada por el tricolor nacional.
De otro lado, Clara López y Enrique Peñalosa, contribuyendo al desconcierto, deciden no apoyar ni a Santos ni a Zuluaga y dejar en libertad a sus electores para que voten con “autonomía y a conciencia”, quitándose de encima el cabezal en un acto de indiferencia y habilitándose así, para cuestionar cualquier decisión que en el futuro tome el ganador.
De esta forma, los candidatos se ofenden, se contradicen y se acomodan, mientras la tribuna, en platea o en galería se traba en discusiones airadas y superfluas sobre lo que cada candidato por sí o por interpuesta persona diga o haga en contra de su contendor. Entonces, no es propiamente un mensaje de paz el que ellos ofrecen, aún siendo la paz, lo que todo el país desea.
Cincuenta años, desde 1964 hasta el 2014, celebran las Farc de haber sido creadas; 50 años de conflicto armado lleno de victimas, dolor y amargura.
Curiosamente las negociaciones en la Habana se inician en el 2014 en una clara coincidencia con la fecha de dicha conmemoración. Sin embargo, el problema no está ahí. La contradicción está en creer que votar a favor de la paz es hacerlo a favor de las Farc; como tampoco podría interpretarse que el voto por Zuluaga, ahora que habla de paz, también fuese por las Farc pero supuestamente “con responsabilidad”.
En síntesis, son estas unas elecciones a las cuales el pueblo concurre confundido, expuesto al albur que genera el desconcierto por culpa de los mismos candidatos hoy día enfrascados en una confrontación personal.