Abstención
La abstención en la votación de mañana será tan alta que pondrá en duda el mismo resultado electoral e incluso la institucionalidad y la democracia en las que vivimos. Quiero tener que retractarme de esta columna la próxima semana, pero todo parece indicar que no deberé hacerlo.
Todas las encuestadoras plantean intención de voto superior al 60% para este domingo; hace 4 años en la primera vuelta estimaban una participación del 69% y la real fue del 51%; Adicionalmente cabe anotar que para Congreso en 2010 la abstención fue de 56% y la de este año fue de 58%; datos que hacen pensar que este domingo veremos una votación baja que está muy afectada por los malos debates que vimos, las denuncias, los escándalos, las mentiras, la falta de propuestas y el desinterés general que esta campaña ha dejado.
Esa abstención del 49% de 2010 será superada mañana como consecuencia de la anemia política que vivimos por cuenta del proceso de paz y la lucha entre quienes lo apoyan y sus contradictores, en adición a mala imagen del actual Presidente de la República; cabe recordar que en 2010 la encuesta de Invamer-Gallup le daba en primera vuelta una intención de voto a Santos del 34%, con una imagen favorable del 66%, y logró una votación cercana al 47%, dejando ver que la intención de voto medida no predice bien el comportamiento del votante al final, como tampoco la abstención.
Si un candidato a reelegirse tiene una votación baja en la primera vuelta, su oportunidad de ganar en la segunda es muy baja, porque significa que la mayoría de las personas no lo quieren reelegir, pero no es claro cómo entender una abstención mayor del 50% en las elecciones presidenciales, porque básicamente la mitad de los electores prefieren no votar y esto cambia el concepto de democracia.
Ya es evidente que es probable que tengamos un Presidente débil los próximos 4 años, que será continuamente atacado por la oposición o por sus problemas legales; mas este entorno se complejiza si la abstención es alta, porque el país se comienza a separar de las decisiones políticas y esto en el largo plazo tendría consecuencias negativas. Abstenerse es una posición política, que indica que no hay nada por lo que se quiera participar o bien es un mecanismo de protesta, que al final causa que su “no decisión” sea dominada por la decisión de una minoría. Mañana quedará claro que la mayoría prefirió no comprometerse y dejar que una minoría amorfa los gobierne.
Colombianada. Cabe recordar que muchas veces que nos hemos abstenido de hacer algo, después nos arrepentimos.
@consumiendo
*Presidente de Raddar