CAMILO HERRERA MORA* | El Nuevo Siglo
Sábado, 10 de Mayo de 2014

ASIMETRÍAS

Deplorable

Lo  ocurrido en la última semana en las campañas políticas nos muestra la deplorable realidad de la política nacional, que es capaz hasta de llegar a acusar al Presidente de la República de intento de homicidio en una reconocida columna de prensa, sin mostrar prueba alguna y sin acusar ante las autoridades. Parece que la idea de mantener u obtener el poder permite que cualquier cosa se haga en el país, y que esto debe ser aceptado por la sociedad como una campaña sucia de uno contra otro, dejando atrás profundas instituciones de la sociedad, como el respeto a la misma potestad del Presidente por el simple hecho de ser candidato. Es probable que esto afecte de muchas maneras la opinión de los votantes y obviamente su voto, lo que nos dejará en una elección presidencial muy distante de un voto que realmente valga la pena.

Lo que las encuestas muestran hasta el momento, es que el candidato-Presidente tiene serias dificultades para alcanzar el 30% de la votación, y esto significa que el plebiscito es claro: cerca del 70% de los votantes no quiere que el Presidente continúe o prefieren otra opción, y esto implica que en la segunda vuelta la votación tendrá todo menos de democrática, porque estará más motivada por pasiones que por razones, y la posibilidad de elegir a una persona (que afortunadamente es calificada porque todos los candidatos lo son)  como Presidente sin que realmente represente a las mayorías. Esto es consecuencia de acabar con lo poco que nos queda de partidos políticos y cultura cívica, gracias a interceptaciones telefónicas, denuncias de dineros del narcotráfico, señalamientos de corrupción, coerción de votantes e incluso un riesgo de fraude electoral.

En adición a esto se suma el silencio cómplice de los otros candidatos, que prefieren no opinar al respecto para evitar un impacto en sus votaciones. En este momento la lucha por el poder en el país llega hasta a permitir un escenario donde dos contendores se aniquilan mutuamente, para después tomar su puesto.

El costo de la paz es muy alto, y que todos debemos pagarlo, pero no estoy de acuerdo en que el costo de la paz y de construir un nuevo país, sea la destrucción de las pocas instituciones políticas que nos quedan; deplorable la bajeza de lo que estamos presenciando y que infortunadamente entre ellos estará la persona que nos gobierne los próximos 4 años.

Colombianada. A veces el poder hace que las personas confundan inmunidad con impunidad.

@consumiendo

*Presidente de Raddar