¡Ah, la juventud británica!
“Se ha volcado a la violencia al parecer sin ningún sentido”
A comienzos del siglo XX surgían dos grandes preocupaciones en Londres. La primera era la tensión bélica en el continente y la segunda el tiempo ocioso de que disponían “las pandillas” de jóvenes. A esto, el ex general Baden Powell decidió plantear una solución con la publicación de una serie de cuartillas que exhortaban a los jóvenes a aprovechar el tiempo para vivir la naturaleza, y así desarrollar disciplina, aseo, creatividad y trabajo que podrían ser útiles en el momento de una guerra.
Este esfuerzo terminó en la creación del movimiento juvenil más grande del mundo y en un claro soporte para las tropas en las guerras mundiales. Lo curioso es que 100 años después las cosas parecen no haber tenido un cambio significativo: los jóvenes británicos siguen en grupos manejando tiempo ocioso.
Los últimos desmanes en Londres muestran que hay serios problemas sociales por debajo de la superficie de una sociedad demasiado perfecta para ser humana. El inexplicado caso del asesinato de un joven de raza negra a manos de las autoridades fue el comienzo de una serie de asonadas de jóvenes en las principales ciudades de Inglaterra, sin ningún discurso político, ninguna inconformidad ni peticiones.
Los planes de reducción de gastos afectan los subsidios a los desempleados (que en Tottenham pueden duplicar el promedio de Londres) y esto puede haber sido parte de la situación, mas lo que se ha evidenciado es que son los jóvenes marginados y no marginados los que atacan edificaciones, roban el comercio y se enfrentan a las autoridades sabiendo que estas no están armadas y por ser menores de edad son básicamente intocables.
Algo pasa con la juventud británica, que pese a poseer casi todo, múltiples opciones de empleo y una sociedad tranquila, se ha volcado a la violencia al parecer sin ningún sentido, y quizá sólo por la emoción de hacerlo.
La crisis económica del mundo ha destapado todas las potenciales “bombas sociales y políticas”, como ocurrió en Grecia, España, Egipto, Chile y Siria. Pero el caso de Londres es diferente, porque no es una bomba social sino una “bomba de valores”.
El mundo comenzó a cambiar, recordándonos el París del 68, con contenidos distintos pero con el mismo fin: el cambio de un statu quo que no ha cumplido y tiene a los jóvenes del mundo entero a punto de explosión, y ahí es donde se tejen las revoluciones.
Colombianada. Por acá no somos ajenos a esto, mas nuestros jóvenes no se movilizan, simplemente aprovechan las normas para convertirse en delincuentes.