CAMILO GÓMEZ | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Octubre de 2012

El otro carrusel

 

Desde hace algunos años nuestra Corte Suprema de Justicia asumió una valerosa lucha en contra de insanas costumbres políticas y logró que a muchos de los aliados de los paramilitares les llegara su merecido castigo. Frente a uno de los más graves episodios de la democracia, cuando algunos políticos se aliaron con delincuentes de marca mayor, la Corte con la cabeza en alto produjo sentencias ejemplarizantes, dio señales claras de que la justicia llega a todos los niveles de la sociedad y castigó a quienes atentaron contra la democracia aliándose con los paramilitares.

También soportó con estoicismo los embates violentos de enemigos que desde el poder decidieron violar los más básicos y elementales principios del respeto humano y decidieron perseguir, chuzar y amedrentar a la Corte. Pero los magistrados y la institución resistieron este duro embate y con la frente en alto lograron desbaratar el funesto entramado.

También la Corte le metió diente a la corrupción. No han sido pocos los casos en los que con sus determinaciones los corruptos de cuello blanco han terminado tras las rejas. No le ha temblado el pulso para castigarlos mostrándole a la sociedad que en Colombia los corruptos también caerán.

Pero algo sucedió. No es fácil explicarse el giro sin sentido que está dando la Corte Suprema de Justicia. De un momento a otro se empiezan a oír rumores según los cuales algunos magistrados decidieron hacer lobbing en el Congreso para que sus períodos fueran prorrogados. Por fortuna, la sociedad logró abrirle los ojos al Gobierno sobre el tremendo error de esa reforma, y esta fue enterrada.

Tan solo unos meses después, desde los medios de comunicación se denunciaba que la Sala Penal de manera silenciosa y sigilosa había cambiado la jurisprudencia para aplicar a los congresistas penas menores a las que se aplican a los ciudadanos del común. De repente, la Corte pasó de castigar ejemplarmente a quienes están investidos de la dignidad que otorga ser elegido por el pueblo, a favorecerlos con criterios opuestos a los anteriores.

Y ahora, algo más curioso y penoso sucede. Algunos  magistrados han resuelto armar un curioso carrusel. Desde sus dignos cargos en la Corte eligieron a otros magistrados de la misma corporación. Y hasta ahí, todo marcharía bien. Pero a algunos de ellos se les venció el período que no pudieron prorrogar y hoy están empeñados en hacerse elegir como magistrados del Consejo Superior de la Judicatura. En otras palabras yo te elijo para que después, tu me elijas y desde allí yo elija a otros  para que después también ayuden a elegirlos para algo.

A este carrusel electoral pueden tratar de ponerle un tinte de legal, pero no lo es. La Constitución nos dice que esto no está bien hecho. Pero así fuese legal, a los magistrados de las más alta Corte les corresponde también tener ética y dar ejemplo. Algunas cosas pueden estar dentro de lo legal pero en ocasiones como esta, en mi opinión, rayan los límites de la ética.

Como dicen los ingleses cuando algo no esta nada claro, en mi sentir de simple ciudadano, la elección de los salientes magistrados de la Corte para que ahora sean magistrados del Consejo Superior de la Judicatura, no supera la prueba del olfato…