HACE 30 años acabó en Londres, en negociaciones de la Organización Internacional del Café, OIC, el acuerdo mundial cafetero.
En la conferencia de la OIC, 50 países productores y 25 consumidores, no lograron mantener a flote el pacto cafetero con franja de precios y sistema de cuotas.
Fue el 4 de julio de 1989. Colombia hizo todo lo posible con Jorge Cárdenas Gutiérrez, el zar del café de la época, para prolongar el convenio internacional, pero no fue posible.
Estados Unidos, con su carismático negociador, Myles Frechette, opuso resistencia.
Líderes colombianos como el ‘Cofrade’ Alfonso Palacio, Juan Manuel Santos, Gabriel Rosas, Mario Gómez y Gabriel Silva, intentaron estrategias en Londres, pero no prosperaron.
Diarios británicos, agencias internacionales, periódicos y radios de Brasil y Colombia, cubrieron con abundante información el encuentro en la capital británica.
Tostadores, fondos de inversión, jugadores de casino, importadores y firmas comercializadores prestigiosas y de músculo financiero, hicieron lobby y presionaron para que iniciara el libre comercio cafetero.
Se dio final a la franja de precios 1.20 a 1.40 dólares la libra, acabó el suministro de cuotas de exportación y se desmanteló financieramente la OIC. Hoy ese organismo cumple menesteres estadísticos.
Tres décadas de libre mercado donde imperan oferta y demanda.
Las organizaciones cafeteras virtualmente desaparecidas.
La institucionalidad cafetera llevó del ‘bulto’.
La economía cafetera global debió competir en condiciones desfavorables para los productores.
Los ingresos al cafetero comenzaron a disminuir debido al derrumbe de precios en varias temporadas.
El café empezó a volverse caro para el consumidor final. Los compradores tradicionales se apoderaron del negocio, se hicieron fuertes y menguaron los ingresos al productor.
Las inversiones en zonas cafeteras decayeron, Vietnam se hizo fuerte productor, los inventarios mundiales se agotaron y la rentabilidad del cultivador deterioró.
Brasil debilitó su infraestructura cafetera y se lanzó a vender más café.
Las cotizaciones externas han sido oscilantes. Ha habido temporadas de buenos precios que algunos llamaron bonanzas. Buenas y malas rachas.
Los precios han caído bajo y en general no han ayudado a tener una caficultura floreciente, rentable y productiva.
Precios apenas arriba del dólar no compensan el esfuerzo de cultivadores.
Colombia requiere un precio externo de US$1.50 por libra. Necesario mantener a flote el Fondo Nacional del Café y financiar practicas culturales en fincas cafeteras.
Los gobiernos ayudan, pero es insuficiente.
Indudable el liderazgo del actual gerente de Fedecafé, Roberto Vélez Vallejo, quien en medio de la dura crisis del mercado, unió a productores, generó confianza y consenso, logró pleno reconocimiento del gremio, lo unificó y con trabajo, cercanía, diplomacia, reuniones en la finca y escuchando al caficultor; es hoy el líder que los cafeteros oyen, siguen y acatan.
Vélez ha tomado los tintos amargos de un mercado incierto para intentar darle el dulce al café de Colombia.
Lidera con países productores fórmulas comunes que mejoren el sustento cafetero y viabilicen la caficultura, acreditándolo como el zar del café mundial.