Bogotá continúa siendo una capital con características muy especiales que comienzan con la calidad de la gente, de los bogotanos que no son únicamente los que aquí han nacido, sino todos los otros colombianos y extranjeros que se han instalado en la capital y que han contribuido a darle a esta capital la personalidad que es conocida en el resto del país.
Gran visión tuvo Jiménez de Quesada al fundar la capital de los nuevos terrenos que habían descubierto y estaban en plan de conquista los españoles y todos los que los acompañaron. La ubicación en plena cordillera oriental a una altura providencial, con un clima que difícilmente se puede encontrar alguno parecido incluyendo los días de lluvia que imprime un encanto especial, esta ciudad es única. Su altura sobre el nivel del mar podría ser considerado un factor negativo, la hace especialmente atractiva. La vegetación es a estas alturas un don providencial, que quizás esa podría considerar una ventaja lo ha sido, para los algo así como ocho millones de habitantes contentos y satisfechos de vivir en esta metrópoli.
Todo no podría ser color de rosas porque los avances, el modernismo se han apoderado de ella. Hasta hace unos cien años el medio de transporte urbano era la mula, posteriormente el tranvía y luego el automóvil que nos invadió y, sin lugar a dudas, le ha prestado un servicio invaluable a todo el mundo y ha hecho de este medio de transporte uno de los lunares de la capital.
Las circunstancias que hacen de este sistema de transporte el lunar de Bogotá, son tres. Las vías de las cuales se dispone no son las más adecuadas. La gran cantidad de vehículos automotores, no caben en las vías, aunque se han hecho esfuerzos para construir nuevas y adecuar otras. Una de las vías importantes construidas en el siglo pasado, es la Avenida Caracas que discurre de sur a norte y continúa gravitando positivamente. La famosa y querida Carrera Séptima es una vía a la cual le tenemos un gran efecto; algunos de sus tramos han sido testigos de episodios de la vida nacional: en marca la famosa Plaza de Bolívar. Pero uno de los factores que gravita más seriamente sobre las dificultades en el transporte urbano es sin lugar a dudas la indisciplina de todos nosotros los conductores de vehículos urbanos.
Para tratar de resolver en alguna forma estas congestiones los bogotanos han aceptado que, a pesar de que la libertad de movilización ha sido vulnerada, la circulación vehículos automotores fuera restringida en el proceso denominado de “pico y placa.” Ahora una medida como ésta se verá restringida si quien quiere no acogerse a ella, paga unas sumas que la autoridad bogotana ha resuelto que se debe pagar. Le han dado así “un tiestazo” como decimos los bogotanos, a la disciplina que habíamos aceptado por el bien común. Resulta que ahora el bien común puede ser reemplazado por aportes. No nos parece una buena medida.