Cuando un sector de la economía, tan importante como el comercio, presenta acumulados negativos en el año, tiene derecho, más que eso, el deber, en ejercicio de la representación legítima de sus afiliados, de actuar con decisión y franqueza en defensa de los intereses que le han sido encomendados.
Y debe hacerlo de cara a la nación, mediante la promoción de las controversias públicas que sean necesarias.
Es la razón de ser de los gremios, que no debe perderse ni sufrir debilitamiento alguno.
Eso es lo que acaba de realizar Fenalco en su congreso más reciente.
Lo hizo con gran altura, sin sacarle el cuerpo a nada, con respeto y firmeza.
Además, tuvo la visión de poner sobre el tapete diversas propuestas frente a las cuales el deber del gobierno es estudiarlas con cuidado.
Tiene que ser así, porque su presidente señaló que el comercio presenta diez actividades en negativo, y cinco en positivo, pero con resultados muy bajos.
Para resumir las cosas, la actividad está sufriendo el impacto devastador de la reforma tributaria, además, claro está, de otros factores que se traducen en incertidumbre, desaceleración de la economía y pérdida de confianza del consumidor.
La realidad es que a mayores impuestos, menores ventas.
A los colombianos nos han sacado del bolsillo 3.6 billones por el incremento del IVA, y a las empresas una suma cercana a 1.14 billones.
Y todo lo anterior en un período de desaceleración, que pone en evidencia el inmenso error que cometió el gobierno al no presentar un proyecto de reforma adecuada en el momento oportuno, y haberlo hecho cuando las señales eran todas negativas.
Esa decisión empeoró tanto las cosas, que ahora se está atravesando una etapa crítica.
Mucha razón tiene Guillermo Botero cuando señala que se necesitan medidas audaces, toda vez que no se identifican posibilidades de crecimiento del PIB.
Las propuestas que le presentó el gremio al país son una verdadera contribución al análisis de las posibles soluciones.
La petición de que se suspendan durante noviembre y diciembre los tres puntos adicionales de IVA es posible, viable y razonable.
No hay razón para sorprenderse, desestimarla o descalificarla.
De hecho, medidas similares se han tomado en el pasado para hacerle frente a situaciones de emergencia en las fronteras.
Lo que se está viviendo ahora es una verdadera emergencia por causas distintas a las del 2010 y 2015, pero con consecuencias similares.
De otro lado, la iniciativa en materia de desregulación, a imagen y semejanza de pasos que resultaron exitosos en Canadá, Gran Bretaña, México y Estados Unidos, más que una necesidad coyuntural, es una urgencia estructural.
Lo mismo puede decirse de la ampliación de los márgenes de financiación de las viviendas de menos de 300 millones para estimular el sector de materiales de construcción.
En fin, dentro de los 10 puntos para la reactivación que presentó Fenalco no hay ninguno que no amerite una consideración cuidadosa.
Así mismo, cada día es más claro que la prioridad, en las circunstancias actuales, naturalmente con la perspectiva del próximo gobierno, es crear las condiciones para que la economía crezca rápidamente.
Hacerlo requiere definir tributos técnicos, diseñados bien y con tasas bajas, equitativas, generales y de recaudo sencillo.
Ese sería el mejor antídoto contra la evasión.
Por otra parte, resulta urgente eliminar el IVA y los aranceles a los bienes de capital, acabar con la renta presuntiva, y corregir el error de haberle dado vida a la doble tributación gravando los dividendos.
Medidas como las anteriores deben acompañarse, adicionalmente, de un IVA del 15%, que pueda bajar gradualmente al ritmo de crecimiento de los recaudos.
Es decir, en la medida en que aumenten los ingresos fiscales el tributo puede bajar gradualmente.
Hay más iniciativas.
Por el momento, aplausos a Fenalco.