La relativa cercanía de las elecciones parlamentarias y de las presidenciales en 2018 ha ido poniendo el tema de las coaliciones, alianzas y transfuguismos políticos de moda.
La política en Colombia podría definirse como el arte de hacer todo lo posible para esconder lo que en realidad se es. Cada político o cada agrupación política se esconde detrás de una montaña de eufemismos para falsear lo que de verdad son o representan. Y para lograrlo, a lo que más apelan es a la proverbial mala memoria de los colombianos.
Álvaro Uribe Vélez, que durante ocho años se dedicó a perseguir a los pensionados y a los trabajadores a los que incluso privó del recargo nocturno al disociarlo de la caída del ocaso para asociarlo al amanecer, ahora se llena la mano escribiendo trinos en los que promete que su Centro Democrático se hará cargo de los derechos de los trabajadores a partir de las próximas elecciones parlamentarias.
German Vargas Lleras que ha hecho casi toda su carrera política al abrigo del partido Cambio Radical que él fundó y entronizó en las mieles del poder desde siempre, ahora resulta que no se va a lanzar como candidato presidencial con el aval de ese, su partido, sino por firmas.
Lo paradójico es que quienes están recolectando las firmas por todo el país, son precisamente las maquinarias políticas de todos los parlamentarios, concejales, alcaldes, diputados y gobernadores del partido. ¿Por qué de pronto Vargas ha decidido huir de su propio partido? ¿A qué le teme? ¿Acaso a la asociación que hagan del nombre de Cambio Radical con sonados escándalos de corrupción? Es, por lo menos curioso, que mientras todos los políticos del mundo buscan símbolos y mensajes de recordación, uno de los más avezados políticos colombianos apele al olvido de los logros de su partido. No creo que lo logre, pero, como dicen los pelados: Suerte con ello.
Pero si por la derecha llueve, por la otra orilla ideológica no escampa. Gustavo Petro intenta convencernos de todo lo que no es. Demócrata se autodenomina apelando a que ya no recordemos que todas sus manos derechas en la Alcaldía tuvieron que salir porque el “demócrata” no acepta que lo contradigan. Navarro y García Peña dan buena cuenta de aquél talante.
El Petro que se la pasó despotricando de cualquiera que a él le pareciera acomodado o rico o de cualquier empresa que no fuera de sus afectos, ahora nos quiere convencer que no sería un peligro para la ortodoxia económica ni para la propiedad privada. Jura que de su estrecha amistad con Chávez no le quedó ninguna veleidad del socialismo del siglo XXI y que debemos creerle.
Tan distintos y tan iguales en su fe de mentirnos. Todos intentado hacernos creer que no son lo que ya nos han demostrado que son durante todos los periodos que han sido.
A ese paso, para las próximas elecciones lo que más vamos a necesitar son grandes dosis de Vitacerebrina para que no se nos olvide quiénes son y que han hecho los que ahora pedirán nuestro voto.
@Quinternatte